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Salud y fuerza
lunes, 21 de marzo de 2011
Esas cosas nimias.
Esas cosas nimias, tan pequeñas, que te permiten mirar tras la montaña.
El café calentito al sol de la mañana.
El sabor de la naranja, tan suave, ni dulce ni agrio.
Mirar cuanto ha crecido la flor del magnolio.
Dar una vuelta al cerezo para ver como brotan las yemas.
Cuidar si llegó el corzo a pastar al prado.
Sorprender a los pájaros sobre la caja-nido que colocaste ayer.
Abrir el ordenador para engordar un poco con los comentarios a fotos y textos.
Coger la bicicleta para dar los buenos días al vecino.
- Si, buen sol hace, pero viene el aire fino. Y te vuelve a contar que cuando la mili estuvo en Málaga.
Recoger el periódico que te da la razón en lo que piensas.
Repetir el dialogo diario con la kiosquera.
- ¿Y la señora?
- En casa, con sus libros y su costura.
- ¡Ah!
Volver a casa para leer lo que ya sabes. Otra guerra. ¡Qué inútiles! ¡Querer exportar la democracia a bombazo limpio! y lo peor es que saben cuando empiezan, pero ni como, ni cuando acabar. Después, tendrán la desfachatez de decir que los muertos son daños colaterales.
Te cabreas, te ves impotente, y no te queda más remedio que calentarte al sol de la recacha con un vaso de vino y un poco de queso del país.
www.artesanodefotos.com
miguelbueno.blogspot.com
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Excelente rutina. Aunque yo me hubiese saltado la etapa de información. Los borrones terminan por no dejar la claridad. Excelente por lo demás.
ResponderEliminarMaravilloso texto, Piedra. Envidiable rutina en la que se mezcla la belleza del entorno inmediato y la preocupación por los asuntos del mundo que tanta impotencia provocan. Un placer reecontrarte aquí y comprobar, una vez más, la necesidad creada en mí de conocer tu Pacanda.
ResponderEliminarAbrazos desde el oeste, antes de las montañas.
Cuando te apetezca te vienes a Pacanda, tanto los corzos como mi menda, te esperaremos a la caida de la tarde.
ResponderEliminarBesos
Piedra