Francisco de Quevedo
A un amigo que retirado de la Corte pasó su edad
Dichoso tú, que alegre en tu cabaña,
Mozo y viejo espiraste la aura pura,
Y te sirven de cuna y sepultura,
De paja el techo, el suelo de espadaña.
En esa soledad que libre baña
Callado Sol con lumbre más segura,
La vida al día más espacio dura,
Y la hora sin voz te desengaña.
No cuentas por los Cónsules los años;
Hacen tu calendario tus cosechas;
Pisas todo tu mundo sin engaños.
De todo lo que ignoras te aprovechas;
Ni anhelas premios ni padeces daños,
Y te dilatas cuanto más te estrechas.
Hermoso poema para nuestro amigo, espero que no te moleste que de alguna forma robe
ResponderEliminartu imagen, pero recortada y al revés, la tenía
preparada con unas palabras por supuesto no
tan lindas como lo que tu escribes siempre.
Soy muy novata en el arte literario, lo adopté
como terapia y Luismi siempre me alentaba a
continuar.
Besos.
Gracias Mabel. Es un alivio que estés ahí cerquita. Dame tu mano.
ResponderEliminar:-)
Soneto idóneo para Jimul, en mucho, qué genial Enfero, ¿cómo lo encontraste? muchas palabras parecen que definen a esta persona maravillosa.
ResponderEliminarabrazos amigas
Es toda una arquitectura sonetística y bactericida contra las rémoras mal rememoradas...Y la verdad es me perdí entre la gripe que tengo encima...Un beso
ResponderEliminar