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Salud y fuerza

domingo, 17 de marzo de 2013

Ahí te dejo



Yo estaba lanzando palabras sobre el puente a ver hasta donde llegaban, así, como quien respira. Cuando sentí sus pasos a mis espaldas.
            Muy lindo te has puesto, ¿a dónde vas? vestido así y con tus demonios en esa mochila. 
            - ¿Cómo sabes que son mis demonios?
            - Se están retorciendo dentro de la bolsa.
            - Ya sentía yo algo molesto golpeando mi espalda. Bueno, me voy.
            - Adiós.
             Se alejó. Sus pasos eran decididos, la bolsa se retorcía como si estuviera viva. Guardé sus palabras frías en mis manos hasta que empezaron a quemarme, entonces decidí tragármelas como si fuera una amarga medicina y al cabo de un rato las lancé sobre el puente.
             Ya no queda nada de tí - pensé cuando miré el puntito negro en que tus palabras se habían convertido reverbereando en la distancia.

4 comentarios:

  1. Otro relato sibilino.

    Y esos demonios que se retuercen y que nos acompañan, acaso, esos demonios de la vida misma que no sabemos cómo eliminar.

    Y dónde estará el amor, nos preguntamos, ese amor que buscamos día a día y que quizá no sabemos entender aún teniéndolo o no sabemos encontrar. Buen final


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    Respuestas
    1. Siempre decimos que la vida debería ser más simple, pero siempre terminamos enredados, será la confusión genética?

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  2. Creo que a veces, es imprescindible recoger los bártulos, abandonar lastre y seguir el camino, como si fuese una ruta virgen.
    Abrazos
    Piedra

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  3. Si, a veces es la única solución.

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