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Salud y fuerza
No hay país para los pobres
La historia se repite, ahora a la inversa pero a causa de
lo mismo, la falta de dinero y de oportunidades. Por eso, muchas familias
colombianas, ecuatorianas, peruanas o argentinas salieron huyendo de sus países
hace unos diez o quince años hacía la España de la opulencia y las
oportunidades; ahora se enfrentan ante la incertidumbre y la angustia de una
decisión que parece imponerse: El retorno a su país o una nueva inmigración.
Hoy como ayer, vuelven a encontrarse sin trabajo, sin casa, sin amigos,
arruinados y acosados por las deudas. Desesperados buscan otro país, quizás
Inglaterra o Francia o Alemania, aunque saben que en esos lugares las
dificultades son mayores debido al desconocimiento del idioma, así y todo hacen
maletas, dejan a sus hijos al cuidado de amigos o familiares y se lanzan a
empezar de nuevo.
Es lo que toca, es a lo que nos ha llevado el sistema
económico de nuestra sociedad, un
sistema devorador y ávido que no se sacia con la sangre de los pobres sino que quiere
cada vez más, que va devorando todo cuanto se pone a su paso, para poder
sostenerse en el tiempo; sin embargo los días del sistema están contados,
Europa ya no resiste más corrupción ni agujeros fiscales y en cualquier momento
la prensa lo confirmará, pero su caída no nos librará de la ruina, al
contrario, la hecatombe europea alimentará a la ávida China y luego China será
devorada por otra potencia y ésta a su vez por otra.
A quién le importan las lágrimas de los niños cuando ven
partir a sus padres, quien les explica por qué las familias se tienen que
fraccionar, quién les prestará apoyo psicológico para ayudarles a sobrellevar
su situación, los sacrificios a qué deben someterse, por qué tienen que
abandonar unos amigos nuevos que tanto trabajo les costó hacer en su primera
experiencia. Dónde queda el concepto de familia y reuniones los domingos por la
tarde para estar en familia, todo por tener una buena vida, una educación para
sus hijos y una casa; hoy la buena vida se ha acabado, la educación se tiene
que abandonar y los todopoderosos bancos son los dueños de su casa, de sus
sueños e ilusiones.
Francia, Alemania o Inglaterra verán llenarse sus
fronteras con las filas de gentes sin papeles o con ellos, esperando un permiso
de residencia, un permiso de trabajo, un permiso para poder traer a su familia.
Los verán esforzarse para aprender el idioma, ateridos de frio en medio de una
noche que empieza a las cuatro de la tarde y poblando las consultas médicas a
causa de los sabañones que se multiplican con los gélidos vientos nórdicos.
Nadie tendría que inmigrar por falta de oportunidades,
nadie tendría que sufrir abusos, burlas o discriminación máxime cuando en
nuestros países despilfarramos los recursos, derrochamos nuestras existencias,
abandonamos nuestros fértiles campos y nos matamos porque no somos capaces de
dialogar. Así no hay, ni habrá país para ricos o para pobres.
Pero ¿dónde están todos?
ResponderEliminarHola, Gladys, yo estoy aquí, guapa... es verdad parece que estamos disolviéndonos, que apenas entramos en el Andurrial ¿qué se hizo Enfero? Hace tiempo que no la leo. Jolines. :(
ResponderEliminarserá que estamos todos con nuestros problemas, - que no son pocos hoy día- entre esta crisis y esta agonía no tenemos ni ganas de escribir, mejor que decir ganas es decir ánimo, ¿las musas nos han abandonado acaso? la mente está agobiada con otras cosas, es difícil esta vida...
Mira, ese escrito que has dejado es genial, en su crudeza desgraciadamente, tan real, tan doloroso, es como te digo, magnífico, has plasmado esta terrible realidad de hoy día con pocas palabras y tan certeras... me has dejado con escalofríos.
un abrazo, mi niña.
Es verdad Espumilla, parece que todas han elegido ya destino. Aichhhh hablé como mi madre.
ResponderEliminarQue pena, a ver si entre todos revivimos esta página.
Y gracias por tu comentario. Esa es la triste verdad de los que tienen que salir de
sus países en busca de un mejor destino.