Cuando
era niña miraba las muñecas con cierta aprehensión, no le gustaban esos ojos
inexpresivos ni esa cara de plástico con rubor artificial en los cachetes, por
eso odiaba la navidad, aunque eso era impropio para una niña de su edad. Desde
que tenía meses se dio cuenta de que abrir la boca, a veces es muy peligroso.
No
le importó mucho, el sacrificio no era doloroso, bastaba con sonreír al romper
el papel de regalo, mostrarla a sus hermanos y en cuanto su hermana pequeña -
que siempre quería todo lo que no le pertenecía - no ponía ningún reparo en dársela. Lo cual
era una ventaja, su madre la consideraba una niña buena.
Feliz domingo.
ResponderEliminarNo te asustes de las muñecas pelonas, te miran pero no te ven; como hacen mucha gente. Nosotros a lo nuestro.
Abrazos
Piedra
Mucha gente compra regalos que le agradan
ResponderEliminara ellos, sin pensar en lo que le gusta al
que lo recibirá, que aunque le disguste
tendrá que sonreir y agradecer. Es así como
algunos obsequios son como la falsa moneda,
que de mano en mano va y ninguno se la queda.
Besos
Piedra, gracias por venir a tomar café y confortarme con tus palabras, siempre he tenido
ResponderEliminarmiedo de esas muñecas.
Mabel, que razón tienes, sin embargo hay gente, poca, pero la hay que sí se toma su tiempo para dar regalos
ResponderEliminarentrañables.
jo, mi niña, es que esa muñeca calva y con ojos de ida, pues como que... :-/
ResponderEliminarpero es cierto lo de tu escrito, es cierto, pero cierto... mira, yo tengo una vecina que cuando era pequeña le regalaron un muñeco en reyes, cuando su madre lo puso a funcionar, no sé bien qué hacía el muñeco, creo que hablaba y algo más, no recuerdo bien, pero la niña empezó a gritar de terror, casi no la calmamos. Te lo juro.
:)
jajjaja
un beso