Del tomo yerbero; curaciones y alivios del alma y del cuerpo: El hinojo.
El hinojo es una yerba que cura todos los males del bandullo: elimina las flatulencias y calma los retortijones causados por opulentas y opíparas pitanzas —mal del que adolecen muchos prójimos, ávidos glotones de manjares pringosos y orondos tocinos—, el hinojo es el amigo del vientre, dando bonanza y bienestar a la tripa.
Causa, el hinojo, que las ventosidades se obren más espaciadas, menos ruidosas y no desprendan desmedido tufo. Hay personas que padecen la indisposición de expulsar vientos en abundancia, lo cual repercute desfavorablemente en su existencia causándole, esta fea lacra, ansiedad y congoja; este quebranto desaparece si se toma cada día tres tazas de dicha yerba, repartidas según su antojo. Aunque la primera de las jícaras ha de ser tomada en ayunas, pues es sabido que las tripas se hallan, entonces, libres de alimentos y por lo tanto más propicias a absorber los benéficos efectos del hinojo.
Las dolencias del mondongo, ocasionadas por no mascar bien las viandas, se alivian tomando una tisana de hinojo mezclada con menta. Los males de la mujer se aplacan tragando una pócima hecha con esta portentosa yerba y dándose restregones en el bajo vientre con dicha poción. Asimismo, esta beatífica planta, es provechosa para la vista y aquellos prójimos que padezcan por tener los ojos enardecidos e hinchados debe enjuagárselos con un cocimiento obrado con hinojo y mezclado con manzanilla.
El hinojo es un arbusto que se yergue, egregio y glorioso, desplegando sus umbelas de florecillas doradas para que todos los insectos, atraídos por su grandiosidad, se arrimen a ella y la fecunden.
Existe una yerba semejante al hinojo en su apariencia pero, en lugar de curar los males los acrecientan y crea otros aún peores, entre ellos el incremento de las ventosidades con pestilencia insoportable, las cuales llegan a ser desenfrenadas, fraguando incluso que cuando el prójimo conjeture que sólo va a expulsar gases, llegue a evacuar diarreas incontinentes, líquidas y apestosas. Enfermedad llamaba “flojera de vientre”, que es muy dolorosa y bastante violenta, por lo que el enfermo no puede siquiera salir de su morada, so pena de aflojarse en cualquier momento.
Este ponzoñoso arbusto se muestra parejo al hinojo, por lo que debemos ir con comedimiento al recolectar, pues tal diabólica planta se enmascara, cual si fuera matojo del mismísimo Luzbel, para forjarnos deterioro en el cuerpo y con ello terciar al detrimento del alma.
· Fray Jacinto.
*Año 1.532 de Nuestro Señor Jesucristo.
Me tropecé, sin pensarlo, con este relato de fray Jacinto, y pensé en subirlo, aunque sé que ya muchos, casi todos, lo habeís leído... Se lo dedico a la Momia Nofret, que siempre me busca las cosquillas con los remedios del monje...jeje. Para que se harte de monje y de peditos, vaya. ;) ja,jaja
ResponderEliminarTambién para hacerla reflexionar y que nos suba "Un nuevo ritual" que es un relato buenísimo y me gustaría que Nofret lo subiera (se lo supliqué en los ripios, pero no me hizo caso) :(
pero ella no sabe que lo busqué en internet y lo encontré en a las 6 y pico, no sabe que lo releí y me regocijé otra vez. Qué buena historia, momia, me encanta. ¡Súbela, anda!
besos a todos
Las sapiencias del monje!! ¿Cómo sabías que las estaba necesitando, espumosa? ¿es que acaso se sienten desde España? glup... <:-S
ResponderEliminarTendré cuidado con la otra hierba, ahora me ha dado miedo...
Sobre subir textos... no es sólo que es largo y que todos se lo saben, es que... nu sé cómo se hace...