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Salud y fuerza

sábado, 26 de septiembre de 2009

Mazuco. Llanes



Ajeno a la luz que acaba de iluminar su caserío, el pueblo, escondido entre cumbres y barrancas, permanece en paz, acostumbrado al ir y venir de los días a la sombra del Turbina. Se extiende en una horizontalidad conquistada a la montaña, como si fuese sencillo adaptarse al medio.
Hace años, a estas horas, el humo de las chimeneas daría una muestra más de vida en el paisaje; hoy, el butano llegó a todos los rincones y aún aparece dormido el espacio de la villa, semejando a un cuadro sin retocar.
El aire del otoño despeja el horizonte y el contraste entre la luz y la sombra se acentúa; los verdes de los prados aparecen perdidos. Son pequeñas pinceladas ante la magnitud del paisaje; los árboles se mimetizan con las sombras y apenas destacan su colorido otoñal.
Las cumbres van cambiando de color según la distancia, como si fuese el trabajo de un maestro del renacimiento. A lo lejos, las montañas iluminadas con otra luz, son de otros lugares tan distantes, que quedan fuera de nuestro mundo. Un sueño llegar algún día hasta ellas.
La mole a la izquierda del pueblo impresiona en su desnudez, los trazos de roca virgen marcan y delimitan su espacio en tonos herbáceos de colores diversos, parece increíble que ningún árbol escale las pendientes. Sólo en la roca más escarpada, inaccesible a los incendios ancestrales, aparecen pinceladas arbóreas.
Seguro que a estas alturas del cuento habéis visto en primer plano al caballo, que él si que no se ha inmutado. “El que la lleva la entiende”, los días frescos y más cortos del otoño dejan la yerba en su ser y hay que buscar el bocado en lugares distintos al de ayer. Visto desde fuera, con todo el espacio ante él, parece una tarea sencilla, pero mantenerse sólo con verde, sin un mal celemín de cebada que llevarse a la boca, no es un trabajo fácil, hay que espabilar y no perder puntada.

Texto y foto de Piedra

* Se ruega picar en la fotografía para verla en toda la pantalla. posted by Miguel Bueno @ 6:

2 comentarios:

  1. Miguel, cuando he picado en la foto he alucinado. Se perciben todos los detalles y parece que el caballo esté ahí al ladito.
    Muchas gracias ¡eres genial!

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  2. Las letras, como siempre, son letras que los ojos agradecen, al igual que la fotografía "pinchada". Yo me he quedado en los riscos de la montaña que hay al fondo.
    Un saludo.


    -chus-

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