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Salud y fuerza
martes, 23 de marzo de 2010
BOCAS QUE MANOSEAN
Bocas que manosean abiertas,
que restriegan,
que jadean,
que cortan como las estrellas en lo alto
y te aplasta el peso de la culpa
y se hinca en tu espalda la arena,
que ya no es arena sino astillas de cuarzo afilado,
como las estrellas,
como las bocas.
Luz de ganas,
negritud sin estrellas,
años: mil en doce.
Madera de sándalo ahumado,
madero de a ocho en sábado tarde,
marrano como madero de un pozo sin fondo
con voz de ultratumba,
de ultrapozo,
de ultranegro;
voz de dioses sordos en una boca que no es muda pero debiera.
Dios, dioses, Dios: uno y trino;
un trino en la lejanía, monótono, afilado,
persistente como la voz de un dios en boca de otro que no habla el lenguaje de Dios.
Deformar, deformar las bocas abiertas que no se bañaron en sangre,
deformar los vientos húmedos de sueños sin orillas,
deformar el mar que se traga los sueños,
las noches,
los vientos,
las bocas.
El mar como las bocas:
alfombras de vida:
onduladas, mullidas, hipócritas,
alfombras de muerte.
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Un texto rico y para mi perturbador por su contenido de muerte y vida. Me gustó.
ResponderEliminarUn poema arrítmico pero fluido con tintes Rimbaudianos. Me parece intenso y estimulante porque parece empujarte por una rampa de ángulo agudo en enloquecida carrera hacia un texto propio.
ResponderEliminarMuy bien, White. Esta serie te magnifica ;-)
Gracias White.
ResponderEliminarDespués de leer este poema tuyo siento más ganas de vivir.