Leyendo el suplemento dominical se detuvo de repente en la frase "soy un hombre integrado y feliz".
Entendió por qué la envidia es un pecado capital.
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Salud y fuerza
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No hace mucho leía e otro suplemento que la felicidad no existe, que la hemos inventado a modo de zanahoria para perseguir algo que se esfuma en cuanto nos acercamos.
ResponderEliminarY estoy de acuerdo.
La felicidad, según entiendo (o satisfacción, bienestar, placer, plenitud, cada una con su matiz particular) son momentos efímeros que no tienen ningún misterio y por eso los contienen todos.
A veces esa sensación de plenitud o de conciliación con la existencia, o de éxtasis cognoscitivo, como lo quieras llamar, viene leyendo un suplemento dominical bajo un tenue rayito de sol mientras tomas una caña matutina.
Otra cosa es la envidia, ese tatuaje universal de desconocido origen...
Buenos días, Jota
La vida de los hombres es como una gran colcha de retazos. Siempre hay algo que arreglar o componer para lograr un total armonioso, pero ¿quién ha podido concluir su colcha?
ResponderEliminarLa envidia es de los sentimientos que tiene el hombre, uno de los más imbéciles, por no decir el que más. La envidia, o los celos (variante en el amor) es la manifestación máxima de un desequilibrio claro y evidente de una vida poco edificante por parte del envidioso. El envidioso podría definirse como un insaciable insatisfecho.
ResponderEliminarLa felicidad dura tan poco que muchas veces me he preguntado si realmente vale un precio tan elevado para tan poco producto. Supongo que sí, no en vano invertimos nuestra vida tras ella.
ResponderEliminarGracias por los comentarios. Supongo que un día el protagonista la alcanzará. ¿no?
Algunos alcanzan un estado de bienestar, con momentos pequeños de felicidad, salpicados, claro por momentos de disgusto. Otros en cambio no hacen más que sufrir y envidiar con amargura a los que alcanzaron tal estado. Lo de siempre, los hay nacidos con estrella y nacidos estrellados.
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