En aquel callejón maullaba su canción triste. Estaba demasiado oscuro y hacía frío.
Pensó que debía dar todo, de lo contrario, las gatas de la Avda. Principal no le harían el menor caso. Entonces ocurrió, los transformistas del club de enfrente, se encelaron con sus letras, arrinconándole hasta averiguar el significado de su sonido.
"Bueno, todo es público", pensó Gatomalabares, al tiempo que su cuerpo se restregaba por los cubos de basura oliendo el aliento de sus fans entusiasmados.
Al amanecer, tuvo que reconocer que había sido el mejor recital de su vida.
(Sin pedanterías ni moralinas... ;-)
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Salud y fuerza
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Si en el fondo se te quiere, aunque no es bueno decírtelo mucho, porque te pones de un tontorrón.
ResponderEliminarLo de los transformistas me gusta, tienen ese sabor agridulce que alimenta y niega a la vez.
Besos de callejón y luna.
En el Infierno también tienes un lugar destacado, encima de la chimenea del fondo. Todo para ti, cópialo, quémalo o conviértelo en patrones para un vestidito mono.
ResponderEliminarUn abrazo encendido.
Me gustó muchoooooo, Jimul. :)
ResponderEliminargracias, gracias...