Una luna de miel en un paraíso egipcio - made in Taiwan - el viaje en avión sin segunda maleta - Caminata por una carretera sin asfaltar, los inconvenientes de los paraísos. Tacones de aguja en la mano, faldas atadas a la rodilla saltando de piedra en piedra pues los pies acostumbrados a calles lisas no terminan de amoldarse a las irregularidades del camino. Él, con su smoking, deslustrado por la tierra, con su corbata atada en un ojal, los faldones de la camisa al viento, pero con su carita linda, siempre sonriente.
Nos registramos. Nos conducen a la habitación. Él se encuentra con los componentes de su vida, parientes y amigos que surgen detrás de cada columna, se va con ellos - yo no tengo la antigüedad suficiente - y en este mundo reducido todos nos tocamos los codos sin darnos cuenta -
Agradezco los minutos de soledad, refresco mis pies. Empieza a llegar gente a mi suite de "recién casados". Me asomo a la puerta y veo que entran mujeres de todas las edades, de todas las nacionalidades, ataviadas como para una fiesta multicultural. Sus cuerpos se pasean por la estancia, las voces en todos los idiomas me dejan apenas entender palabras inconexas, los olores se van acomodando en el aire, como formando un mapa mundo: hacía el oriente el olor de los cerezos, al norte los olores vegetales, al occidente las mezclas de laboratorio, al sur la tierra húmeda…
Mundos bullendo en mi suite y no se dan cuenta de mi presencia.
Después llega un cargamento de flores - un respiro para los del negocio - pero en mi habitación el aire se empieza a agotar.
Llega la conferencista, la gran papisa con la barbilla en alto, una especie de Juana de arco made in U.K. del siglo XVIII con peluca pajiza incluida.
Mis pies ya están frescos. Muevo los dedos, los abro y los cierro para dejar que el aire se deslice entre ellos. Los miro orgullosa. Mis pies siempre me han gustado. Son bonitos. Ahora entiendo que ha pasado. Nuestra reserva dice que empieza a las doce y son las once, así que primero va la conferencia, luego la luna de miel. Qué cosas se le ocurren a mis pies .
Busco mi equipaje por entre el barullo multiracial, menos mal que no ven, en realidad yo no he llegado al hotel, pero éste parece haber desaparecido, igual que mi marido… Ah, qué tonta. Me sentaré en un rincón hasta que sean las doce, seguro que todo irá como debe ser, sí a las doce, como dice la reserva.
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Salud y fuerza
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Gladys, lo tuyo es poderío.
ResponderEliminarFíjate que por un momento me he embriagado de aromas multiculturales y te prometo que sin darme cuenta ya se me había ido la imaginación a su libre albedrío: canela, curry, vainilla, hierbabuena, té verde, musk... y de ahí me había pasado al tul que deja entrever como una pequeña celosía, las cosas desde lejos, como si quien mirara tras él no pudiera ser visto.
Qué buen momento, Gladys, qué bueno.
Un gustazo... gracias
;-)
Lo lindo de escribir para blogs es que podemos saber de primera mano lo que generan nuestros textos. Jamás me imaginé que éste pudiera evocar imágenes tan hermosas, cuando en realidad lo escribí ironizando el abuso de las compañías hoteleras y de aviación; pensé que había quedado claro cuando ella dice que "su vida empieza a las doce".
ResponderEliminarCoincido en lo que dice Enfero, en tus letras se puede viajar, y así lo hacemos muchos.
ResponderEliminarUn beso grande.