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Salud y fuerza

miércoles, 4 de noviembre de 2009

A cuatro leguas de Pacanda




Braulio se crió a cuatro leguas de Pacanda, en una casa pequeña donde había más flores que espacio para los cuatro hermanos.
Ana, la menor, crecía en silencio, como un susurro; a ella sólo le gustaba oír el canto del jilguero cuando sacaban la jaula al sol de la puerta. Su música le acompañaba en los juegos de niña solitaria. La recuerda muy bien, como si fuese ayer, con las dos trenzas rubias y esos ojos azules con un fondo de tristeza, quizás, por tener que jugar sola con aquel gato tan arisco que no quería moverse del rincón al sol, en el alféizar de la ventana.
Los dos hermanos mayores eran varones y con tanta diferencia de edad que coincidían en poco, no se veían ni a la hora de cenar. El trabajo con el ganado era tan duro, que cuando acababan de ordeñar a mano las vacas, Ana y Braulio ya estaban en la cama.
Braulio, en medio como el jueves, no tenía edad para acompañar a su hermana en los juegos, ni años para trabajar con los mayores.
En aquellos veranos tan largos, salía por la mañana al río, donde dejaba correr su fantasía mirando cómo lo hacía el agua. A veces seguía el vuelo de las libélulas y descubría que se posaban unas encima de otras, imaginaba algo parecido a lo que hacía el gallo con las gallinas, pero aún más difícil.
Otras veces cuando soplaba “el gallego”, pasaba las horas muertas en el campo del bramadorio, donde la rebeldía de la mar hacía bramar los bufones levantando nubes de espuma como si una fuerza, cósmica más que telúrica, quisiese unir la tierra con el cielo.
Esos días volvía a casa con ganas de charlar con su hermana y le contaba lo duro que tenía que ser para la mar querer acercarse al cielo atravesando la tierra.

Texto y fotos de Piedra

2 comentarios:

  1. Pacanda, digo Piedra, el otro día no me quedó claro si Pacanda existía o no después de tu comentario.
    Hoy, resuelta, me he ido al oráculo google a buscar y me he encontrado con ¡¡¡que es ficción!!!
    Eres increíble de verdad ¡me quedo estupefacta! Te prometo que todo este tiempo he pensado que Pacanda existía... tienes un enorme poder de persuasión, que lo sepas.
    ¿Y las fotos?
    Te van a tener que contratar para TV o cine...
    Mil besos de admiración

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  2. Si, Pacanda es la palabra que ideé para nombrar a un pueblo asturiano. Después he visto en internet que ya estaba inventada por los purepechanos, en purépecha significa "empujar algo al agua"y así llaman a una isla del lago Patzcuaro en el estado de Michoacan de México.
    Quíen iba a decirme que hablaba en purépecha.
    Es que está to inventao.

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