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Salud y fuerza

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Papeles por los suelos

Me gustaba escuchar a los papeles que encontraba en la calle, los que nadie quiere, y tira sin importar el sitio en el que caen. Todos los papeles me contaban algo, aunque mis preferidos eran los papeles disidentes, los que saltan, con la ayuda del viento, desde las papeleras al suelo. Tras tantos años de frecuentar las venas en las que se gasta la ciudad, conocí a papeles para todos los gustos, con todos los colores imaginables, y de todas las formas posibles que les permitía la física papirofléxica. A lo largo de ese tiempo escuché a los cinco continentes en pedacitos. Había conocido recados de compra, números de teléfono a los que nunca me atreví a llamar, nombres que se volvían anónimos en mis manos, y alguna que otra nota de suicidio sin la firma de la muerte. La sensación que nacía ante aquellas formas era la misma que regala el oxígeno a la sangre, o la calma que ofrece el agua a la sed de la soledad que se agrieta a solas, cuando el descanso para tanto cansancio no es otro que el de no dejar de caminar. No necesitaba leer las letras escritas para saber qué decían aquellos trozos de vida poliforme, de hecho nunca lo hice, siempre preferí escuchar el ruido que las arrugas me susurraban al estirarse la fibra entre mis manos, mientras retomaban la forma educada de ser papel. Aprendí a reconocer los acentos de los árboles en ellas, la suavidad que habla la "ce" latinoamericana, o la rubia rotundidad inamovible de la "che" anglosajona, se mezclaban con el ritmo de la "te" africana, y la perpetuidad asiática de la letra "ele". No tuve ninguna preferencia de clase, raza, o credo, escuché con la misma atención la solemnidad de un papel con membrete, que el desconsuelo de una bolsa rota con el fondo perdido. Podía reírme con un papel secundario olvidado por el guión de la vida, y llorar hasta el agotamiento escuchando las historias de una entrada no usada de cine. Encontraba la misma buena predisposición en el ruido del papel cristiano, que en el aroma curvo que luce la media luna de Alá, entendí la calma meditada de oriente, y disfruté con las coloridas deidades africanas al danzar. No podía pedirle más a la vida, tenía a mi disposición el universo, y sólo yo lo sabía.Me dio pena el desconocimiento que aprendían los demás, la trágica situación de aquella gente que ignoraba semejante grandeza del humanismo de a pie, y quise compartir mis conocimientos con el prójimo. Ocurrió que el prójimo andaba liado con la hipoteca de otro prójimo, que no tenía ya más vida para hipotecar, y no tuvo tiempo para prestarme atención cuando supo de mis variables intereses. Caminé por calles repletas de prójimos sin tiempo para reparar en mis sabias palabras, sordos de pies y manos, se desgastaban dentro de sus zapatos de cemento gris, y cordones de acero, para llegar siempre a ningún sitio de su agrado. Entonces me di cuenta de un detalle que me llenó de desasosiego. Vi cómo aquellas personas tiraban sus papeles, y supe porqué en ellos encontraba vida, una vida que se les caía a trozos, sin tiempo para recogerla.

"Papeles por los suelos"
© Cambalache. chus alonso díaz-toledo.

5 comentarios:

  1. Qué buen relato, Chus.

    Mira que encuentra uno "papeles por los suelos", papeles que dicen algo, que alguien escribió y que se pierden o los pierden con su mensaje.
    Un día encontré yo un papel con un poema de amor: era de un hombre a una mujer, hermoso,- sin importar la calidad- porque se notaba el amor que él sentía por ella. Lo peor es que guardé ese poema, y ahora no lo encuentro... quizá era su sino, perderse...

    un beso.

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  2. Pues yo sólo encuentro papeles de multa y tarjetas de clubes oscuros en mi coche...

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  3. A veces los papales del suelo se elevan y rebelan contra tanta tiranía. Hay que saber mirar y contarlo, como tu lo haces de una cosa tan sencilla.
    Expresiones
    Piedra

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  4. Una preciosa alegoría digna de guardar en el bolsillo y llevar a diario consigo para no olvidar lo pequeños detalles que hacen realmente estar con uno mismo.
    Chus, me alivias el alma. Es increíble pero cierto. En momentos de grandes prisas y encontrados caracteres, sólo tengo que leerte para sentirme en paz y esbozar una sonrisa que me pone de acuerdo con la vida ¿como lo vech?
    ;-)

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  5. Me alegra que te haya gustado, Espuma. Es verdad que los papeles del suelo, muchos de ellos, tienen historias que uno no puede, o sí, imaginar, y están ahí, pegadas a sus fibras. Un beso, y espero que encuentres el poema.

    Flamitas, da gracias a que te seguimos dejando estar en libertad, porque lo tuyo está tipificado, con mucha claridad, en el código penal. Y a ver si te olvidas de las tarjetas oscuras esas, y dejas de pagar para... (gorrino)

    Gracias por tus palabras, Miguel, esos papeles rebeldes suelen ser los que alguien escribió, y curiosamente, no se atrevió a enviar. Un abrazo.

    Me alegra aliviarte el alma, lo veoch dabutich, pero cuando veas que das cabezadas al leerme, lo mismo tienes que revisar la semántica de aliviar, y de narcotizar, qué lo mismo tienes el diccionario traspapelao... :-(
    En serio, me alegra que te sienten así de bien las letras que escribo con la lengua fuera, por eso porque cuido mucho la caligrafía. Gracias, y un beso aliviero y verbenero.

    -chus-

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