Quién les iba a decir que las vitro-cerámicas las iban a dejar en su no ser, tan calladas en el silencio del mediodía, que ni las migas de pan las llegan a despertar.
Conocieron otros tiempos, conocí otros inviernos en que el puchero sobre las trébedes dejaba salir al cielo el humo purificador, y podíamos conocer lo que se guisaba por el rastro de olor que se escapaba a través de los huecos de la chimenea.
Incluso se detectaba el falso humo del día en que no había nada que echar al puchero, pero se encendía la lumbre para hacer ver a la vecindad que se comería caliente, claro que no se engañaba a nadie, el simple olor a leña demostraba el ayuno no cuaresmal del vecino.
Texto y fotografía de Miguel Bueno
miguelbueno.blogspot.com
Tiempos duros, me t raen muchos recuerdos, pero por aquí no se intentaba disimular la pobreza, al contrario, se la compartía. Aunuque a veces, cuando sólo alcanzaba para uno, no quedaba más remedio que hacerse el tonto y disimular, y comer mientrasa el vecino nos miraba con deseo. Era cuestión de supervivencia.
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