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Salud y fuerza
sábado, 15 de enero de 2011
Parasitario
La enfermedad se fue acentuando con el transcurso del tiempo. Los primeros síntomas fueron inadvertidos por el paciente con el beneplácito de los doctores que le asistían. Poco tiempo después, el virus fue apoderándose del cuerpo. El físico del enfermo fue tomando un tono artificial y bastante estirado. Su limpieza extrema daba la sensación de una pulcritud fuera del mundo real. Su espíritu, vencido plácidamente por las maravillosas sensaciones que su cuerpo le enviaba constante y contundentemente. Los años pasaban, él y los suyos entraron en una cuarentena permanente para no contagiar al resto de sus vecinos.
Hoy sus vecinos, cansados de las repercursiones que la enfermedad de aquella familia tenía en éllos, se dirigieron hacia su hacienda para echar a esos apestados de sus tierras, antes de que las empobrecieran totalmente con su epidemia virulenta.
El equipo médico, decidió que la gravedad extrema del virus debería ser erradicada de aquellas tierras. La familia fue enviada entre un secretismo sepulcral y la más absoluta nocturnidad a un hospital especializado en el tratamiento de ese tipo de enfermedades.
Los vecinos se han librado por fin del foco infeccioso, aunque no se han percatado, que el virus ha dejado un cultivo importante que no tardará en estallar con suma virulencia.
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Boingggg!!!!! Esta vez si que lo la pillo.
ResponderEliminaresta vez sí que no entendí ni jota, amigo infernal. ¿por qué la pulcritud?
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