Un nuevo atardecer, feliz milagro, ahora lo sé, el mañana es traicionero por puro incierto. Hoy tenemos un nuevo atardecer y mucho amor.
A veces la realidad se quiebra, el tiempo se dilata, y un instante es eterno. Las señales son varias, elementos extraños que no encajan, que no tienen ninguna lógica, que no siguen ninguna pauta, como ayer ocurrió, al salir del Colegio al mediodía, con un cielo un poco nuboso y una buena temperatura, impropia de Diciembre, venía caminano por la carretera, dentro del pueblo, estaba cansada después de toda una mañana trabajando duro, pues el trimestre se acaba, pero con la tranquilidad de que era viernes y tenía por delante un fin de semana de descanso, mi familia me esperaba en casa para almorzar juntos, y fue en ese momento incierto entre las 14.00hrs y las 14,10hrs. cuando escuché un fragmento de ópera a mis espaldas, me volví y venía un descapotable rojo, del siglo pasado, con una mujer al volante y un hombre joven al lado, la mujer llevaba la cabeza tapada con un pañuelo que le ocultaba el pelo y flotaba en su cuello, llevaba unas enormes gafas de sol, el chico a su lado llevaba una gorra roja que también ocultaba parte de sus facciones, la música sonaba muy alta y me extrañó que nadie mirara al coche, había mucha gente caminando, tenían prisa como yo, pero me quedé embobada mirando y me pareció que iba muy despacio, y ningún otro coche venía, el chico me hizo una señal con la mano como un saludo, me dispuse a cruzar y no vi la moto que se me echaba encima, me esquivó en el último momento y vi que el pañuelo blanco de la mujer caía conmigo a mis pies y a lo lejos conduciendo el coche un cráneo calvo.
Todo quedó en un susto, el chico de la moto no se hizo ni un rasguño, yo no llegué a caer al suelo porque algo indeterminado me sujetó, nadie vio al coche rojo,nadie reclamaba el pañuelo como suyo.
Llegué a casa y abracé a mi marido y a mi hijo.
Un nuevo atardecer, feliz milagro, ahora lo sé, el mañana es traicionero por puro incierto. Hoy tenemos un nuevo atardecer y mucho amor.
María Teresa Cobos Urbano
A veces la realidad se quiebra, el tiempo se dilata, y un instante es eterno. Las señales son varias, elementos extraños que no encajan, que no tienen ninguna lógica, que no siguen ninguna pauta, como ayer ocurrió, al salir del Colegio al mediodía, con un cielo un poco nuboso y una buena temperatura, impropia de Diciembre, venía caminano por la carretera, dentro del pueblo, estaba cansada después de toda una mañana trabajando duro, pues el trimestre se acaba, pero con la tranquilidad de que era viernes y tenía por delante un fin de semana de descanso, mi familia me esperaba en casa para almorzar juntos, y fue en ese momento incierto entre las 14.00hrs y las 14,10hrs. cuando escuché un fragmento de ópera a mis espaldas, me volví y venía un descapotable rojo, del siglo pasado, con una mujer al volante y un hombre joven al lado, la mujer llevaba la cabeza tapada con un pañuelo que le ocultaba el pelo y flotaba en su cuello, llevaba unas enormes gafas de sol, el chico a su lado llevaba una gorra roja que también ocultaba parte de sus facciones, la música sonaba muy alta y me extrañó que nadie mirara al coche, había mucha gente caminando, tenían prisa como yo, pero me quedé embobada mirando y me pareció que iba muy despacio, y ningún otro coche venía, el chico me hizo una señal con la mano como un saludo, me dispuse a cruzar y no vi la moto que se me echaba encima, me esquivó en el último momento y vi que el pañuelo blanco de la mujer caía conmigo a mis pies y a lo lejos conduciendo el coche un cráneo calvo.
Todo quedó en un susto, el chico de la moto no se hizo ni un rasguño, yo no llegué a caer al suelo porque algo indeterminado me sujetó, nadie vio al coche rojo,nadie reclamaba el pañuelo como suyo.
Llegué a casa y abracé a mi marido y a mi hijo.
Un nuevo atardecer, feliz milagro, ahora lo sé, el mañana es traicionero por puro incierto. Hoy tenemos un nuevo atardecer y mucho amor.
María Teresa Cobos Urbano
El cuento es tan realista que te veo andando por la Ermita.
ResponderEliminarBesos
Piedra
Exacto era en la Ermita, pero todo no es cierto, solo que la pelona pasó de largo más de una vez, afortunadamente. Un abrazo.
ResponderEliminarTienes razón Miguel, cuando leí el cuento
ResponderEliminarpensé que verdaderamente había sucedido.
Pitufina, si tienes la habilidad de escribir
con tanto realismo, puedes hacernos creer
lo que tu quieras.
Besos.
Solo quiero haceros creer que no hay más día que hoy y que os quiero mucho.
ResponderEliminarGracias Pitufa, por tus deseos y por compartir con nosotros tus textos.
ResponderEliminarPitu, jolín, me asustaste, creí que era una vivencia tuya... excepto por lo del cráneo, que ahí fue donde me di cuenta.
ResponderEliminarUn beso, un abrazo, un mimito, un estrujón, una caricia, y todo lo que signifique afecto y cariño.
guapa :)