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Salud y fuerza

miércoles, 14 de diciembre de 2011

De memoria, in memoria





“El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites”.  Gabriel García Márquez


José Arcadio Buendía subió a la copa del mango, tras la cacatúa: pensando en callarla. El loro no cesaba de repetir: "viejo verde", "viejo verde".

Y al fondo de la platea apareció el chino, con esa cara de chino que ponen los chinos cuando llegan pronto a casa, para recoger la flor de Lis a su poema.

El Magdalena semejaba un río de plata y los dos enamorados miraban más allá del horizonte, buscando un rincón en  la selva donde comenzar la nueva ventura.

Era la tercera carta que escribía antes de la tarde, no recordaba cuantas veces, ni de qué forma, había escrito: amor mío.

Florentino Ariza limpió los manguitos de su camisa con migas de pan blanco: quería que Fermina oliese el pan recién orneado, en el zaguán de su casa, a la caída de la tarde.

El coronel ideó pasarle sus armas al enemigo, tan maltrechas andaban, que de esa forma pensaba ganar la guerra de seguro.

En aquella noche incierta, soñó que los pececitos de plata, volaban y salían de la jaula para buscar otras tierras, donde los gatos no maullasen buscando pareja a la luz de la luna.

Esta mañana amaneció preocupado: pensaba, si después de los más de veinte años pasados, sabría portarse como un hombre, en la cama.

Tomó un ramo de hortensias y lo preparó con tal delicadeza, que pareciese que estaba recién enamorada.

Después de tantos días buscando la mar, vinieron a encontrarla una noche de luna cerrada, cuando el olor a marismo la delató. Montaron un baile, sacando los sones de aquella máquina doliente, y bailaron hasta el amanecer.

Texto y fotografía de Piedra


4 comentarios:

  1. Qué preciosa novela, Miguel. Gracias por recordármela. Llena de aromas e imágenes que se me quedaron clavadas en la memoria.
    Seguro que tienes la melancolía subida y un parón literario digno de entrar en los 14... espero con ganas tu próximo relato. Muá.

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  2. Hermosa imagen y texto, gracias por ponerlos en este espacio querido Miguel.
    Besos.

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  3. Gracias por el relato, precisamente por estos días estoy escuchando muchas noticias de mi país, no precisamente buenas, pues el invierno los tiene con el agua al cuello, literalmente.
    Es que cuando el río Magdalena se desborda, es como el amor en los tiempos del cólera... desborda murallas milenarias.

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