Después de tantos años por fin me he atrevido a volver. Odiaba este lago, ya sé que no tiene la culpa, ya sé que fue un accidente, mi cerebro siempre me lo recuerda con lujo de detalles o explicaciones lógicas y razonables.
Pero dentro de mi hay alguien que no entiende, un ser al que los razonamientos le parecen una patraña de la inteligencia, o un complot sádicamente ideado para lavarle el cerebro.
Por eso se niega a escuchar alejándose de su cuerpo hasta que la voz de la razón es solo ruido de tráfico en medio de la ciudad: algo molesto pero no insufrible.
Y aquí me tienen, hundiendo otra vez los pies sobre las aguas transparentes, viendo como mi dedo regordete empieza a ponerse blanco y arrugado. Al cabo de unos segundos la transparencia de las aguas ya no se limita solo a la orilla. Levanto la vista y casi todo el lago es transparente, se pueden ver las piedras, las algas, los peces, los granos de arena. El mundo submarino del lago me es desvelado y es maravilloso.
Unas burbujas llaman mi atención, me indican un camino y me dejo llevar casi al otro extremo del lago, donde se ahogó la hija de mi amiga. Recuerdo perfectamente aquel día, era un domingo cálido, había mucha gente por los alrededores, el cielo era intensamente azul y daba su color al lago hasta que nos dimos cuenta de la ausencia de la niña, gritamos, todo el mundo ayudó pero nunca la encontramos y yo decidí no volver jamás.
Pero hoy, mi cuerpo se despertó con la decisión de ir hasta allí, mis pies me llevaron y aquí estoy haciendo caso a esa intuición que parece ser el timón de mi vida, esa fuerza que mueve mis pies a través de las aguas hasta la orilla más solitaria del lago, donde las piedras son más bonitas, lisas, suaves, como pequeñas nubes caídas del cielo y congeladas en el agua.
La hilera de burbujas me hace la señal para que me agache, me lleva hasta una piedra pequeña, oblonga y muy suave, como la cabeza de una niña que se ahogó...
Bueno, para qué traer los melosos cuentos de navidad. La vida sigue con su cruda realidad y tú la retratas con maestría.
ResponderEliminarBesos
Piedra
Gracias Piedra, es precisamente por esta época cuando más sensibles y frágiles nos sentimos.
ResponderEliminarJolines Gladys, qué gráfica. Tienes capacidad dramática desde luego.
ResponderEliminarHas llenado de imágenes este día ventoso que ha llegado lleno de borradores, para instalar dibujos vivos en mi mente.
Hoy descanso por fin, un poquito por lo menos. Y necesito de vosotros, de vuestro calorcito y estas palabras e ideas que me llenan.
¿Cómo va esa salud?
Buen día, Gladys and gentleman jajaja
Buen relato Gladys, triste por lo real que parece, todos llevamos alguna herida de estas y nos conmueve. Un beso.
ResponderEliminarGracias coleguillas de letras.
ResponderEliminarEnfero, aquí estaremos siempre. Y gracias por preguntar por mi salud. La verdad es que me he recuperado más rápidamente de lo esperado, aunque tengo que restringir un poco las horas de trabajo en el ordenador un tiempo más.
Buen día también para ti.
Gracias Pitufa, me alegra que te haya gustado y me alegra todavía más verte más a menudo por aquí. No faltes!!!!
ResponderEliminarHermoso relato Gladys, me identifico porque
ResponderEliminarhay lugares a los que no puedo ir, tal vez
algún día.
Besos
Otra vez no puedo comentar usando
ResponderEliminarmi cuenta de google con la imagen,
no entiendo, hace poco pude :(