A mi Enfero.
Olegario Buendía “El de la
Plana” se puso en camino. Había entrado en la edad de perder el poder pero no
el querer, y aún tenía un hilo de esperanza. Acababa de leer que las sirenas
llegaban a Torimbia cuando dan la vuelta los días, y un mes antes de San Juan
se puso en camino.
Como no era cosa de ir
pregonando por Pacanda que las sirenas llegaban a la playa para hacer el amor,
fue a contárselo a su compadre Domingo Rico “El Sufrío”, que lo creyó a piés juntillas, y planearon salir la primera
noche de luna llena, antes de San Juan. Sabían que, a la luz de la luna, los
perros no ladran y los caminos se abren como si fuese de día.
A trancas y barrancas,
atravesando ríos y quebradas, abriéndose paso en la maleza, cerrada ya por el
poco tránsito de la sierra, después de un mes de travesía, fueron a llegar a
Torimbia una noche de luna cerrada. No se veía la mar, la delataba el olor a
marismo y azuzaron el oído por ver si podían escuchar el rumor de las sirenas.
Olegario se había llevado la
caracola grande, que tenía su madre en el alfeizar de la ventana, para poder
comparar el son de la caracola con el ruido del mar y de esa manera identificar
el cantar de las sirenas.
Aquella primera noche no
durmieron, pasándose la caracola de uno a otro, y vinieron a darse cuenta
de la inmensidad del mar con las primeras luces del alba.
Olegario no daba fe a sus
ojos, prendado de la belleza del mar, pensaba: si la mar, es tan bella, ¿cómo
serán las sirenas? Y acordaron un turno de vigilancia, por si caían rendidos con
la emoción y el cansancio, y en esas
llegaban ellas.
Texto y fotografía de Piedra
Texto y fotografía de Piedra
¡Pedrusco! Me has emocionado, bandido...
ResponderEliminarTorimbia y Pacanda son dos lugares con el billete de avión muy curioso porque no quieren que se pague con dinero sino con besos, así, me he ido a mi banco (el de besos) y he reservado un billete para empezar el año nuevo en cada uno de tus paraísos. Sé que no te vienes porque tú ya estás allí.
Has desplegado un estilazo en este texto, digno de los mejores literatos no sólo novelísticos sino poéticos. Tu alegoría me llega, me alivia y sinceramente, me conmueve. Está hecha con la perfección que da amar a las letras y a la vida, con el detalle de la intuición de que nada es importante y sin embargo es importantísima hasta la más mínima partícula.
Pedrusquito... siguen mis lágrimas de felicidad rodando por la cara ¿te he dicho alguna vez que te quiero?
Este Buendía si es tuyo, y tú también eres único. Un besillo.
ResponderEliminarHola Piedra, empiezo a sentirme celosa!!!!!!!!! Yo también quiero historias de sirenas, de mares susurrantes, de esperas ansiosas.
ResponderEliminarUn besazo y felices fiestas!!!!!!!
Mi Enfero
ResponderEliminar¡Ay, mi niña! Qué palabras tan bonitas. Sabes muy bien cuanto gustan los piropos literarios. Todo un honor que vengan de una artista como tú. Se agradecen con todo el alma.
Besos, abrazos y un montón de expresiones.
Piedra
Cuñá, un beso muy grande.
ResponderEliminarPuedes imaginar la alegría de verte por estos rincones con tus versos, textos y ripios, sabiendo que vienen de mi pueblo.
Abrazos y expresiones
Piedra
Mi Gladys, no te me enceles. Es cierto, te debo tanto, que estoy en deuda contigo, en cuanto los ados se comporten te envio un cuento en honor a tu tierra.
ResponderEliminarAbrazos
Piedra
Ayy!!! Miguel, tus letras y fotos transportan
ResponderEliminaral lugar que describes, por un momento me
imaginé viajando al mar y me dio nostalgia,
hasta puse junto a mi oreja una caracola muy
grande (es de Cuba) y escuché la música del
mar.
Besos.
Gracias Mabel. Ayer miraba el mar desde donde hice una foto muy querida y me acordé de muchas cosas.
ResponderEliminarBesos
Piedra
Que extraño encanto tiene el mar Miguel, no se si será una sensación personal, para mi ni la majestuosidad de las montañas se le asemejan.
ResponderEliminarBesos.