Metido ya en los 47, Armando Noriega Buendía dejó de ser Armando Noriega.
Días antes de cumplir los 47 años, recibió una notificación del juez de distrito, anunciándole que desde el día de la fecha, 28 de diciembre de 1968, se llamaría Armando López del Huerto Noriega por reconocimiento “In articulo mortis” de su verdadero padre D. Severiano López del Huerto.
Armando, con la notificación del juzgado, no sólo perdió su nombre, perdió muchas cosas más: perdió la tartamudez que le había acompañado desde niño; perdió la timidez que le duraba desde la adolescencia; perdió la virginidad, que había guardado como un tesoro, y lo más importante perdió la Fe, y lo que son las cosas, al perder tanto, la ganancia fue tan grande, que se convirtió de pronto en un hombre hecho y derecho.
Todos los días daba gracias a D. Severiano (q. e. p. d.) por poder hablar de seguido, mirar a los ojos de la gente sin tener que bajar la cabeza, acostarse con su novia, y sobretodo, no creer en eso de los curas.
Le dolía haber mareado la perdiz tanto tiempo con la novia. Ahora, desde que lo hicieran un hombre, todos los miércoles de 6 a 8, mientras su madre iba al yoga, le echaba un polvo a la novia y le duraba el gusto toda la semana. Esa era otra vida.
De todas las cosas que había ganado, lo que más agradecía, era haber perdido la Fe, eso de dormir a pierna suelta, sin temor al fuego eterno junto a los compañeros de Satanás, le supuso tal liberación, que diariamente se lo agradecía a su padre terrenal, a quién no tuvo el gusto de conocer y pensaba que estaría en su santa gloria, después de haberlo curado del baldón de ser “hijo natural”, que había soportado toda la vida.
Texto de Piedra
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Salud y fuerza
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Ay si Armando lo llega a saber antes...
ResponderEliminarUn relato muy simpático, Piedra. Me ha gustado su originalidad y me ha sorprendido por lo sencillo y fresco.
Abracitos resfriados
Gracias Enfero.
ResponderEliminarA la chita callando, según tus cuentas, van ya 99 textos de Piedra, a ver si para el 100 podemos subir algo que merezca la pena.
Un abrazo
Interesante texto, Piedra, todo un tema el de los hijos naturales. A mi madre el asunto siempre la llenó de vergüenza, a pesar de que mi abuelo se casó con mi abuela siendo ella un bebé, y llevaba su apellido. Pero en el certificado quedó asentado "hija natural legitimada", porque no estaban casados al momento de nacer ella, y eso la persiguió durante años. Yo no lo entiendo, supongo que eran otros tiempos muy distintos a los nuestros, la sociedad puede dar un vuelco en medio siglo. Pero se me hace difícil imaginar que alguien viva avergonzado por algo que sucedió cuando era un bebé.
ResponderEliminarY se espera con impaciencia tu texto número cien, Piedra! eso hay que festejarlo!
Muy entretenido el relato Piedra. Hay que ver lo importante que es el nombre y cómo afecta nuestras vidas. Por ejemplo si en vez de llamarme Gladys me hubiesen registrado como París, y además Hilton, jejejejeje
ResponderEliminarUn gustazo leerte en esta faceta tan diferente.
Un texto muy divertido con una carga muy ácida de fondo. Efectivamente los "hijos naturales" (¿el resto somos artificiales?) siempre se han utilizado como
ResponderEliminararma arrojadiza para que la sociedad de turno salve su cara de cara a la
Historia. Una falsa criba que impone la sociedad injusta, amorfa, estúpida, ignorante y retrasada. La gente no está... ES.
Sin embargo, el estigma del hijo natural no siempre se aplicaba, sólo cuando convenía. Eva Perón y Carlos Gardel, dos íconos de mi país en la primera mitad del siglo XX, fueron ambos hijos de madre soltera.
ResponderEliminarMe adelanté en dar las gracias a Enfero y pareciera que no estoy en deuda con los demás comentaristas.
ResponderEliminarHoy quiero dar las gracias a todos: Nofret, gladys, Jimul; sin comentarios esta página estaría medio muerta.
Abrazos llenos de expresiones
Piedra