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Salud y fuerza

lunes, 11 de octubre de 2010

Tim&Lía

Sus hormonas eran acalladas por los avisos incesantes de peligro. Todos a su alrededor preguntaban si el hijo pequeño de la reina no sería un raro (como llamaban en su tribu a quienes no se interesaban por
el otro sexo). Pero ese no era el caso... Tim, que así se llamaba, sufría de vértigo. Vértigo por la vida, pero fue aquélla joven terriblemente coqueta quien le hizo perder la cabeza en una mañana otoñal. Sobreponiéndose a su instinto precavido, trepó hasta darle alcance. Muy de mañana culminó su hazaña, descargando todo su torrente vital en el hermoso cuerpo de Lía, la joven que se llevó al huerto a Tim. Y sin embargo todo quedó interrumpido, el excesivo frío dejó ateridos a la pared a los cuerpos kamikazes del amor, al tiempo que eran expulsados del Edén por la maldición bíblica de los insectos (El Hombre). Sin
embargo, Lía llevaba los Frutos de una relación suicida. La saga real continuaba.

3 comentarios:

  1. me borró el comentario! me borró el comentario! ooooodio esta máquina!
    a ver ahora...

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  2. decíaaaaaaa... no recuerdo lo que decía!
    Ah! sí. Que venía muy bien con este texto, hasta que llegué a los insectos, y ahí ya mi neuronita momificada colapsó. Revolví en mi urna de sesos, exprimí la neurona que me cuelga de la nariz, la tuve un rato chisporroteando, pero nada. Sin embargo, todo el resto creo que lo entendí!!! y me gustó mucho!

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  3. Bueno, uno se levanta por las mañanas y se le ocurren estas cosas; sobre todo cuando vé uno un par de insectos al relente, en posición poco correcta, pero muy vital. Es penoso explicar lo de mis musas. No vuelvo a hacerlo.

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