La madrugada se mecía con las notas pioneras de un antiguo saxofón, Sidney Bechet, uno de los indiscutibles padres del jazz, me ofrecía los aromas nacidos de la pobreza, y los quejidos con los que se hablaba en el algodón. La vieja Leica me miraba desde la estantería, ella lo sabe casi todo sobre mí, por eso me regala guiños que dispara a solas, y calla cuando no quiero palabras, y habla cuando no me quedan frases para poderlas contar. Abandoné la butaca lentamente, me pareció como si el tiempo de adentro se quedase suspendido, flotando a la espera de algo, mientras, en la calle, los cantos de sirena anunciaban la llegada de la muerte hasta otro ajuste de cuentas, con resultado de resta final. La ciudad dormía su odisea despierta. Me dirigí hacia los últimos tragos llegados desde Kentuky, la M3 cerró el diafragma de nuevo, sin ayuda, para mostrarme su complicidad.
Y así volví al descanso que me otorgaban madera, y cuero, conjugados en forma de butacón, y volvió la atención a prestarme sus oídos para el sonido de viento negro, y volví a encontrar frente a mí, dentro del cuarto de colores ámbar, toda la amplitud de la eternidad vestida de largo, y la estrechez del espacio en el que tantos días te busqué.
-chus-
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Salud y fuerza
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Nos has dejado sin palabras...género negro poético , me gusta .
ResponderEliminarGénero negro poético, dice Belle... muy bien, pues yo digo como ella, me gusta, parece transportar a uno al lugar, un lugar en ámbar.
ResponderEliminarun abrazo
Chus, eres la leshe, que bonito escribes. Besos
ResponderEliminarHala, ¿todas esas cosas he hecho, Mari? Gracias, me gusta que te guste.
ResponderEliminarEspuma, gracias, me alegra que hayas llegado hasta el sitio donde se colorea todo en ámbar, sabes que eres muy bienvenida a él.
Gracias, WHite, tú sí que eres la leshe escribiendo comentarios bonitos, es gusto que te guste.
Gracias a las tres, besos y abrazos de color ámbar, y un poquito de jazz para cuando apriete el silencio.
-chus-
Un bar color ámbar, cuántas veces los he visto desde afuera, imaginando su calidez y abrigo. Pero sé que si entro perderá toda gracia, así que me quedo afuera, con las sirenas y el frío, imaginando.
ResponderEliminarMe inspiraste, Pokito! ;)
Me alegra, Momia, dale a la máquina de imaginar.
ResponderEliminarBesos.