un tarde de verano en el microcentro
entre tantos rostros se encontraron de repente
- no me has telefoneado siquiera para mi cumpleaños
- las ocupaciones me han tenido mal, pero lo recordé
- ¿tienes mi número aún registrado en tu móvil?
- no, allí no, pero lo mantengo en mi memoria, pronto te llamaré, beso
él se quedó allí viendo cómo se alejaba, repitiendo para sí cómo podía ser en cambio tan imbécil de no sólo recordar el número de su móvil, sino el número de su trabajo, el de su hogar y hasta las malditas fechas de cumpleaños y estúpidos aniversarios
Una buena "larga cambiada" que se practica todos los días.
ResponderEliminar... ella mientras se alejaba llevaba clavada la imagen de la pupilas de él, redondas y grandes, brillantes y llenas de expresión.
ResponderEliminarSus formas, las de su pensamiento. Su geometría, su arquitectura.
Sin embargo las cifras se habían borrado de su mente.
Aunque sí tenía grabado su teléfono (pero jamás lo reconocería.
recordar, recordar, recordar... yo, la verdad, tengo la cabeza como un biombo de tanto recordar. Eso sí, hay recuerdos que no quiero olvidar.
ResponderEliminarme gustó.
Gracias Enfero ¿es cierto eso?
ResponderEliminarEspuma... yo sí quiero olvidar !!!! Estoy pensando en una lobotomía si es necesario, pues los recursos se me están agotando.