Tiene la edad de los granos, también los interrogantes. A veces ayuda a mamá, otras da un portazo y se va.
Esa noche ayudó a planchar, más bien acompañó a planchar, le gustaba sentarse a mirar a mamá cuando ésta se afanaba entre pieza y pieza con el calor tiñendo sus mejillas, además le encantaba presenciar la transformación de las camisas, primeros arrugadas e informes en la cesta, luego lisas y erguidas en la percha colgando de la manija de la puerta, esperando pacientes ir derechitas al armario.
Trabajo dulce de hogar. Trabajo a cubierto de la noche fría.
Luego, el pijama rosa con algunos agujeros aquí y allá, producto de sus inquietos dedos en las noches de insomnio, siempre esperando a la prima, compañera de juegos… bueno, ya casi excompañera, pues cada día llegaba más tarde y sin ganas de hablar con ella.
Esa noche la mamá, después de planchar le mostró orgullosa un pijama nuevo que iba a regalarle a la prima.
Con su carita llena de arrugas la mamá le preguntó si no sería muy infantil para el chico.
Entonces supo que la mamá sabía, de hace tiempo, lo de la prima. Se puso colorada de la rabia, se dio la vuelta y se fue al cuarto, se tiró sobre la cama y empezó, con sus dedos nerviosos a agrandar aún más los agujeros de su propio pijama. comprendió que la mamá sabía que la prima ya se estaba acostando con su novio.
La rabia le duró hasta las siete de la mañana, cuando la prima entró de puntillas al cuarto y se acostó a su lado… olía raro.
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Salud y fuerza
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Buen relato
ResponderEliminarJL.V
Concentrado y envolvente, siempre un ir desde el detalle a lo general para dejar buen sabor de boca.
ResponderEliminarExpresiones
Piedra
Gracias amigos.
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