Relato inspirado en Edgar Allan Poe, con el que gané un concurso de relatos de terror :) espero que os guste.
Los maullidos de aquel diabólico animal descendiente de brujas,
amante de aquelarres e íncubo del diablo eran ya incesantes en mi
cabeza.
Aquel
felino animal de tacto peludo y color a muerte tenia encandilada a mi
preciosa y adorable esposa que amaba aquella horrible criatura que me
producía un inevitable recelo.
Mi
embriaguez por la bebida, sumado a un estado de completa desesperación
por ni siquiera tener bienes para anestesiarme de esta vida. Me sumió en
un estado de cólera e irritación que me empezaba a propiciar una locura
demencial.
Y en uno de aquellos ataques de
exasperación se me presento el animal, mirándome con sus impenetrables
amarillentos ojos hostiles que amenazaban desafiantes en atacarme con
verdadera ferocidad y despertó en mi una cólera enfermiza de un instinto
animal fruto de posesión del mismísimo macho cabrio de Satanás.
Agarré
aquel animal de su pequeño cuello con mis manos de verdugo, mientas él
no dejaba de aullar desesperado y me clavaba las largas y afiladas uñas
que había sacado de sus pequeñas y mullidas huellas de gato.
Clavándomelas en manos y brazos como alfileres hundidos en mi blanda y
frágil carne humana. Sus uñas me perforaban y arañaban sin piedad
mientras mostraba sus afilados colmillos fruto de cólera, deseos de
desgarrar cualquier pedazo de piel que se pusiera a su alcance. Alcancé
el cortaplumas de mi derecha e introduje despiadadamente el artefacto
dentro del ojo del animal removiendo con su filo en círculos hasta
percibir el crujir de los tejidos oculares que iba seccionando hasta
arrancarle de cuajo aquel ojo mortuorio, que visto desde el suelo seguía
emanando jugos eméticos.
El gato me
observaba aun en mi mano sin dejar de maullar con su ojo fijo en mi
rostro, rabiando de ira y temor se escabullo de mis manos, en busca de
su salvación.
Harto de aquellos chirriantes
sonidos lo seguí hasta el sótano de mi destartalada morada y con hacha
en mano y mi objetivo alcanzado, le propiné con todas mis fuerzas y una
ira incesante y espesa, el mayor golpe de desgracia que mi vida me
debiera.
Pues en ese mismo instante mi mujer
encariñada por el maquiavélico animal, se puso ante la inevitable
muerte, que tuvo que alcanzar.
Y tapiada
frente a unos ladrillos de fresco cemento, el gato negro sigue aullando a
día de hoy su defunción, con los sollozos de aquella mujer que se
interpuso ante su expiración, para salvar aquel peludo y tuerto gato,
que aclamará venganza hasta que descubran mi fatídico crimen.
Si no es que locura acaba antes con mi abominable subsistencia…
Autora: Kel Báthory