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Salud y fuerza

miércoles, 27 de junio de 2012

El silencio


*     —El ladrón—

Sentado pacientemente con una pierna encima de la otra se pasaba horas interminables; de esa manera Toro Sentado se apoderó de los más inestimables y preciosos secretos del silencio, desde entonces el silencio ya no tiene secretos, sólo se necesita aprender a escuchar.
 


—Triste silencio—

Poco tiempo después del intensísimo bombardeo la ciudad quedó en una completa y lúgubre quietud; pocas veces a lo largo de la historia el silencio se había expresado con tanto dolor. La gente que estuvo allí declaró después que el silencio sollozaba amargamente.

Alianza


Si no puedes con tu enemigo únete a él

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Desde el primer día  él empezó a tornarse insensible hacía mí. No quiso que le hablara, que le besara, que le mimara... El fútbol era lo único trascendental.

El segundo día del mundial, enojada y rencorosa me marché a la playa y pasé el día fuera de casa.

El tercer día , esperé deseosa a que él recriminara mi conducta del día anterior, pero no lo hizo; se pasó todo el tiempo sentado en el sofá, seducido totalmente por el televisor.

Al cuarto día me fui al cine, luego a una discoteca y llegué a casa a las cinco de la madrugada. Él dormía a pierna suelta y ni despertó.

En el quinto día del mundial de fútbol, le grité, le increpé, le reprendí y me enfadé. Él me dio la razón en todo y siguió pegado al televisor.

El sexto día, ceñuda, me senté a su lado y vi el partido.

El séptimo día jugaba nuestra selección y me acomodé a su lado. Un tentempié, unas cervezas bien frías...

Repentinamente, gritando y riendo me abrazó fuertemente, me besó, me sacudió y me alzó en brazos girando conmigo por toda la habitación; nuestra selección había metido un precioso gol—  ¡Qué alegría! —dijo él—¡Qué alegría! —repetí yo por motivos muy diferentes.

El séptimo día, lo mismo que Dios al concluir la creación, descansé, al fin.

viernes, 22 de junio de 2012

La sabiduría


 —Mi abuelo dice que los colibríes son mágicos.

Habla de las hormigas, las miramos correr de un lado a otro presurosas y me indica que son las propietarias de la tierra. — “Son ellas las que hacen que se renueve el ecosistema” —me dice. Y las águilas son cometas del viento, con ellas juega y se divierte.

Los cactus son enormes candelabros. Las mariposas son náyades de tiempos remotos.

Los peces de colores son juguetes del agua. “Al agua le encanta retozar con ellos, como tú cuando eras más pequeño y mamá te compraba juguetes de colores”—me explica.

Los colibríes vienen desde muy lejos y en sus plumas van recogiendo algo de cada país por donde pasan. El verde de los abetos de Canadá, el azul de las aguas límpidas de los ríos de América...el rojo de nuestras flores. Son maravillosos.

Luego me atrae hacia él percibiendo que estoy pendiente de todo lo que me cuenta.

—“Un hombre para ser maravilloso solo necesita ser buena persona, honrado e ir siempre por el camino recto”— me revela muy bajo, brillándole los ojos de entusiasmo y dándome a entender que es lo más importante de todo lo que me ha contado.

—Abuelo a veces se despista —dice mamá— no hagas mucho caso.

Pero yo creo que mi abuelo sabe de qué habla...

Me gusta estar con mi abuelo. 

jueves, 21 de junio de 2012

No hay país para los pobres






            La historia se repite, ahora a la inversa pero a causa de lo mismo, la falta de dinero y de oportunidades. Por eso, muchas familias colombianas, ecuatorianas, peruanas o argentinas salieron huyendo de sus países hace unos diez o quince años hacía la España de la opulencia y las oportunidades; ahora se enfrentan ante la incertidumbre y la angustia de una decisión que parece imponerse: El retorno a su país o una nueva inmigración. Hoy como ayer, vuelven a encontrarse sin trabajo, sin casa, sin amigos, arruinados y acosados por las deudas. Desesperados buscan otro país, quizás Inglaterra o Francia o Alemania, aunque saben que en esos lugares las dificultades son mayores debido al desconocimiento del idioma, así y todo hacen maletas, dejan a sus hijos al cuidado de amigos o familiares y se lanzan a empezar de nuevo.

            Es lo que toca, es a lo que nos ha llevado el sistema económico de nuestra sociedad,  un sistema devorador y ávido que no se sacia con la sangre de los pobres sino que quiere cada vez más, que va devorando todo cuanto se pone a su paso, para poder sostenerse en el tiempo; sin embargo los días del sistema están contados, Europa ya no resiste más corrupción ni agujeros fiscales y en cualquier momento la prensa lo confirmará, pero su caída no nos librará de la ruina, al contrario, la hecatombe europea alimentará a la ávida China y luego China será devorada por otra potencia y ésta a su vez por otra.

            A quién le importan las lágrimas de los niños cuando ven partir a sus padres, quien les explica por qué las familias se tienen que fraccionar, quién les prestará apoyo psicológico para ayudarles a sobrellevar su situación, los sacrificios a qué deben someterse, por qué tienen que abandonar unos amigos nuevos que tanto trabajo les costó hacer en su primera experiencia. Dónde queda el concepto de familia y reuniones los domingos por la tarde para estar en familia, todo por tener una buena vida, una educación para sus hijos y una casa; hoy la buena vida se ha acabado, la educación se tiene que abandonar y los todopoderosos bancos son los dueños de su casa, de sus sueños e ilusiones.

            Francia, Alemania o Inglaterra verán llenarse sus fronteras con las filas de gentes sin papeles o con ellos, esperando un permiso de residencia, un permiso de trabajo, un permiso para poder traer a su familia. Los verán esforzarse para aprender el idioma, ateridos de frio en medio de una noche que empieza a las cuatro de la tarde y poblando las consultas médicas a causa de los sabañones que se multiplican con los gélidos vientos nórdicos.

            Nadie tendría que inmigrar por falta de oportunidades, nadie tendría que sufrir abusos, burlas o discriminación máxime cuando en nuestros países despilfarramos los recursos, derrochamos nuestras existencias, abandonamos nuestros fértiles campos y nos matamos porque no somos capaces de dialogar. Así no hay, ni habrá país para ricos o para pobres.

viernes, 15 de junio de 2012

Maullidos de un gato negro.

Relato inspirado en Edgar Allan Poe, con el que gané un concurso de relatos de terror :) espero que os guste.


Los maullidos de aquel diabólico animal descendiente de brujas, amante de aquelarres e íncubo del diablo eran ya incesantes en mi cabeza.

Aquel felino animal de tacto peludo y color a muerte tenia encandilada a mi preciosa y adorable esposa que amaba aquella horrible criatura que me producía un inevitable recelo.
Mi embriaguez por la bebida, sumado a un estado de completa desesperación por ni siquiera tener bienes para anestesiarme de esta vida. Me sumió en un estado de cólera e irritación que me empezaba a propiciar una locura demencial.


Y en uno de aquellos ataques de exasperación se me presento el animal, mirándome con sus impenetrables amarillentos ojos hostiles que amenazaban desafiantes en atacarme con verdadera ferocidad y despertó en mi una cólera enfermiza de un instinto animal fruto de posesión del mismísimo macho cabrio de Satanás.


Agarré aquel animal de su pequeño cuello con mis manos de verdugo, mientas él no dejaba de aullar desesperado y me clavaba las largas y afiladas uñas que había sacado de sus pequeñas y mullidas huellas de gato. Clavándomelas en manos y brazos como alfileres hundidos en mi blanda y frágil carne humana. Sus uñas me perforaban y arañaban sin piedad mientras mostraba sus afilados colmillos fruto de cólera, deseos de desgarrar cualquier pedazo de piel que se pusiera a su alcance. Alcancé el cortaplumas de mi derecha e introduje despiadadamente el artefacto dentro del ojo del animal removiendo con su filo en círculos hasta percibir el crujir de los tejidos oculares que iba seccionando hasta arrancarle de cuajo aquel ojo mortuorio, que visto desde el suelo seguía emanando jugos eméticos.


El gato me observaba aun en mi mano sin dejar de maullar con su ojo fijo en mi rostro, rabiando de ira y temor se escabullo de mis manos, en busca de su salvación.


Harto de aquellos chirriantes sonidos lo seguí hasta el sótano de mi destartalada morada y con hacha en mano y mi objetivo alcanzado, le propiné con todas mis fuerzas y una ira incesante y espesa, el mayor golpe de desgracia que mi vida me debiera.


Pues en ese mismo instante mi mujer encariñada por el maquiavélico animal, se puso ante la inevitable muerte, que tuvo que alcanzar.


Y tapiada frente a unos ladrillos de fresco cemento, el gato negro sigue aullando a día de hoy su defunción, con los sollozos de aquella mujer que se interpuso ante su expiración, para salvar aquel peludo y tuerto gato, que aclamará venganza hasta que descubran mi fatídico crimen.


Si no es que locura acaba antes con mi abominable subsistencia…

Autora: Kel Báthory

miércoles, 13 de junio de 2012

Olvidos

Si me hubieras dejado te habría dicho lo que enterré en la arena aquel día en la playa; me hallaba tan ilusionada. Pero no quisiste escucharme, a pesar de mi deseo, pues lo que más ansiaba era decirte, amor mío, que cavé un hoyo en la arena para guardar lo más preciado que teníamos. Ahora ya no importa, el tiempo ha borrado mi memoria y estoy segura de que las olas del mar han excavado en la playa hasta lograr sacar nuestro tesoro, el que tú repudiaste, llevándoselo a los abismos. Ya no sé qué enterré en la arena y apenas me acuerdo de tu rostro. Ahora miro el mar con nostalgia, pero sin pesar. Hoy, que tú quieres saber qué guardé en la arena, resulta que ni te reconozco ni sé qué contarte. Acaso, alguna sirena, después de todos estos años aún guarde entre las algas mi caudal, aquél que tú no quisiste y que yo no recuerdo, pero ya soy tan vieja que ni siquiera me interesa.

lunes, 4 de junio de 2012

Convalecencia


             Hoy le dieron el alta. Sí, su medico vino esta mañana, la miró a los ojos, tocó sus manos, acercó su oreja a su pecho, palpó con sus suaves, pero frios dedos su estómago y sonrió. Le miró a la cara y ella escuchó las palabras temidas y anheladas. Puede irse.
             Era eso lo que quería de hace tiempo. Deseaba abandonar esa postración, dejar esa cama húmeda y solitaria, esa habitación donde solo se escuchaban los zumbidos de los mosquitos, ese techo tan vacío y plano. ¿Cuántas noches soñando con todo lo que haría en cuanto fuera libre? una sonrisa asomó a su rostro. Ahora si.
             Su cuerpo liviano se puso en marcha, sus pies tambaleantes atravesaron la puerta y se encontraron en medio de la calle. Todo a su alrededor era nuevo, el mundo estaba por estrenar y era suyo.
             Algo en su cabeza, sin embargo le recomendaba prudencia, pero algo en su pecho, le decía que se dejara de prudencias, que eso no la llevaría a ninguna parte, que si quería sentir de verdad, debería….
             Se sentó en un café, empezó a saborear su gusto amargo, levantó los ojos a través del vapor de su taza para encontrarse con su rostro reflejado en un espejo. Se gustó.
             Le gustó esa piel, esos ojos brillantes, y el tono rosa de sus mejillas, pero ¿Quién era ese que sus pupilas tenían grabado?
             Ahí había una sonrisa, unas manos grandes, unos brazos recios, y en alguna parte se escuchaba el sonido de su risa.
             Tantos meses de convalecencia y aún no había podido exorsizarlo de su vida.