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Salud y fuerza

sábado, 20 de marzo de 2010

Promesas de encinas





El campo era un misterio, las ovejas andaban como al juego de esquivar las señales negras. En el baldío, de incipiente verde, destacaba una red de veredas ajenas al ir y venir del ganado.
Como no era cosa de preguntar qué eran las marcas negras, no tuvo más remedio que saltar la valla y acercarse a las ovejas .
Cual fue su sorpresa al ver dentro de los tubos de malla negra unos plantones de futuras encinas, quizás las que traen las trufas negras.
No podía comprender el criterio para plantar los árboles, unos aparecían tan cerca de otros que estaban casi pegados y grandes espacios vacíos de plantas alrededor; quizás la trufas tengan una querencia ajena al entender del profano, “el que la lleva la entiende”, y nosotros entendemos poco de trufas.
Una vez encontramos una trufa blanca semienterrada y le dimos un cursillo rápido a un perro cazador para que nos indicase en el campo los lugares donde cavar en busca del preciado pecio. El perro, que era conejero, cuando se vio libre en el campo no paró de llevarnos de conejera en conejera y nos tuvo toda una tarde dando más vueltas que un cascabel. Ahora nos conformamos con recolectar las cuatro setas conocidas y si el el día viene a mano hacer alguna fotografía para mostrar a los amigos más sedentarios.

3 comentarios:

  1. Nunca comì una trufa, pero este texto me ha dado curiosidad, así que investigué un poco sobre ellas. No sabía que eran subterráneas y se asociaban a las raíces de ciertos árboles para crecer, como las encinas. La foto es muy extraña, no me imaginaba que un campo pudiera ser sembrado de esa manera para obtener trufas, siempre me enseñas algo con tus textos, Miguel.
    ¿Pero no vas a contarles a todos la buena noticia sobre tus textos y tus fotos?
    Anda, cuenta, cuenta!

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  2. ¡Eso, cuenta, cuenta, que yo no sé de qué se trata y me encantaría!

    Nofretilla, las trufas aquí en España, antiguamente eran más porque también había más encinas, que son los árboles endémicos de la península Ibérica junto con la carrasca. Dicen que la Armada Invencible acabó con la reserva de encinas para construir barcos, así que ahora prima otro tipo de vegetación que ya no alienta tanto el crecimiento de la trufa. Aún así, hay todavía muchos buscadores (legales y furtivos) que encuentran trufas gigantes. Están muy cotizadas en la alta cocina y se pagan muy muy bien. Hay perros y cerdos que buscan con olfatos especializados. Es un universo...

    :-)

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  3. Por los precios que he leído, ya me voy a buscar trufas por los bosques, aunque queden pocas! Entrenaré un cerdito y allá iremos!
    Y si Miguel no les cuenta la buena nueva, pues lo haré yo!
    Es que está preparándose para publicar un libro con sus preciosos textos y fotos.
    ¿qué tal? :-)

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