A Belinka
Ayer le regalé una piedra
blanca y negra,
que me dio la mar.
Una piedra pequeña
pulida, brillante.
Vi en sus ojos
sorpresa y emoción.
Lustros de ausencia
quedaron en días.
Recuerdos añejos,
volvieron al presente.
Años de lucha y trabajo
en el tiempo detenido
sin parra
con terral
a inicios de verano.
Texto y foto Miguel Bueno
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