
Romeo, embobado miraba con atención la actividad febril de los viandantes que habían sido sorprendidos por la lluvia, de nuevo otra vez. Sus ojos comenzaron a ver batracios de todo tipo y condición. No lo podía creer, todo había adquirido una visión desconocida, pero perfectamente lógica a un tiempo.
No lo pudo remediar, un impulso le obligó a abandonar aquella habitación. Un par de saltos le pusieron en la calle. Ansiaba una princesa que le hiciese un príncipe afortunado.
... y no se comió el ácido apropiado jajajaja
ResponderEliminar:-P