
Era una flotilla impertinente,
que deseaba navegar.
Sus movimientos no eran políticamente correctos,
sus deseos eran insultos diablescos.
El cuento acaba como siempre:
los elegidos claman venganza,
los pecadores sufren el castigo
de un pecado por sus políticos permitido.
Los correctos, elegidos por el dedo del Señor y sostenidos por la mano del amo, matan impunes a todo cristo que les venga en gana y la culpa siempre será de los incorrectos.
ResponderEliminarExpresiones
Piedra
... o de los políticamente correctos :-S
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