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Salud y fuerza

sábado, 19 de febrero de 2011

Tanto por ciento

- Casi podemos tocarla con la mano.

- Es preciosa. Yo no sé porque tiene tantas leyendas negras, que si hombres lobo, que si vampiros a la caza de sus víctimas.

- Bueno, también tiene sus historias románticas.

- Luna llena en medio de la ciudad, qué lindo. Bajo esta luz, todo se reviste de magia, los tejados brillan, los árboles parecen de plata y tú estás preciosa.

- Tont….

- ¡Ay Dios, mira eso!

- Lo ha matado. Ha partido a ese señor por la mitad.

- ¡Dios!, mira como su sangre se esparce por el asfalto.

- Y ese olor.

- Vamos.

Camila se aferra a la mano de Marcos, siente que sus dedos son como garras apretando la carne dura de unas manos que apenas hace unos segundos se deslizaban como el algodón por sus mejillas. Sus ojos buscan en la plateada noche, y no saben lo que buscan, los ojos verdes de una joven se han separado de su rostro y ven como otros ojos verdes hurgan los restos del accidente. Ojos verdes que buscan restos de vísceras, de carnes, de fluidos que van cubriendo el asfalto plateado de una noche de luna llena.

Su nariz, es otra nariz, que huele como la vida se escapa sobre los dos pedazos de un hombre partido. ¿Dónde han ido a parar las palabras susurradas que hablaban de plateadas noches románticas?

Las palabras se han fugado, ahora son gritos mudos arremolinados en mitad de su tráquea y los ojos verdes son ahora párpados cerrados ante la escena de carnes, sangre, orines y líquidos amarillentos que corren hasta la punta de sus botas.

La vida ya no es un instante sentada en un banco a la luz de la luna con su amor, la vida es un idiota embebido en alcohol a las manos de un volante, la vida es un hombre partido en dos que se deshace ante sus botas, pero también es la vida que tiembla en su garganta, que le paraliza las piernas y que le cierra los ojos verdes que no quieren mirar a esa vida partida en dos que ya no es.

Camila no quiere esa vida, es más, ni siquiera le confiere la calidad de ser, Camila quiere estar en el banco, detener el tiempo, tomar el control, pulsar el botón de congelado, Camila ya no sabe lo que quiere, ese hombre partido en dos partió también su vida y las palabras se atragantan en su garganta, el cuerpo tiembla y su mano se desprende de la mano dura que antes fue blanda.

La mano dura que antes fue blanda se aferra a su espalda, la toma por el hombro, la arrastra hacía su cuerpo cálido, la voz de ese hombre que hablaba de la luna le llega de lejos y las palabras parecen viejas y retorcidas.

La boca de ese hombre que no es el hombre que la besaba: “El 80 por ciento de las víctimas de tráfico son peatones”.

Y Camila respira tranquila. Ahora la palabra ha tomado forma de número absoluto y el número siempre será número. Ahora está segura.

7 comentarios:

  1. Cortos con la marca de la casa. Rápidos, cambientes, fotográficos, de final imprevisto, bellos en su desnudez.

    Expresiones
    Piedra

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  2. Ayyyy, mil nombres tiene Selene y mil más espera.
    Siempre imprevisible y vivaz, Gladys.
    Qué bien se te lee.
    Besotes grandes a tu mente sonriente

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  3. Gracias amigos, aquí voy ensayando formas narrativas, a ver qué sale del experimento.

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  4. Fantástico, como siempre. Dulcemente ácido y mordaz. Estúdialo querida socia porque puede ser un perfecto corto, e incluso un anuncio para la DGT. No te digo más.

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  5. Terrible cómo lo describes, Gladys, me eriza la piel, buen final.

    besotes mil

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  6. Espumilllllaaaaaa, tiempo sin saber de ti, vecina. Me alegra que te haya gustado.

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  7. Gladys, un beso muy grande para ti :)

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