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Salud y fuerza

domingo, 23 de junio de 2013

Festejando los 85





Florentino Ariza limpió los puños de su camisa con migas de pan blanco. Quería que Fermina oliese el pan recién horneado, en el zaguán de su casa, a la caída de la tarde.
Después de limpiar los puños, Florentino quedó como triste. Recordó aquella tarde cuando la vio por primera vez. Salía del colegio con su trenza rubia a media espalda, pizpireta, cogida del brazo de las amigas y casi sin tocar el suelo llenaba toda la calle.
Fue un solo golpe de vista. Quedó prendado. Fermina lo sintió, levantó la cabeza y la trenza quedó al aire. Florentino tuvo que apoyarse en la pared, las piernas no le respondían, el corazón desbocado, latía tan acelerado que por un momento perdió la vista. Cuando la recuperó, el encanto había desaparecido. Una esquina mal avenida se interpuso en su camino y solo le quedó el perfume a jazmín.
Hacía ya tres otoños que todos los días escribía carta a Fermina y por fin hoy, tuvo la respuesta soñada. Le esperaría en el zaguán de su casa con su ama, antes de que se pusiese el sol, para ver bien, sin tener que acercarse demasiado.
No lo podía creer, tanto tiempo esperando la respuesta, y hoy que la tenía, le inundó la tristeza. Como si se hubiera roto un encanto, y encanto era, ir a la cama todas las noches, soñando antes de dormir, que Fermina le estaba esperando a la puerta de su casa.

El Magdalena semejaba un río de plata, y los dos enamorados miraban más allá del horizonte. Buscaban un rincón en  la selva donde comenzar la nueva ventura.



5 comentarios:

  1. Precioso cuento, Piedra, me gustó eso de limpiarse los puños de la camisa :) y esas ilusiones sólo propias de la juventud y los amores... ays :)

    Me gustó, aunque me faltó cuento, debiste hacerlo algo más larguito ;)

    un abrazo

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  2. Preciosa la foto, preciosa, pero de verdad.

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  3. Gracias mi Espuma. Hago minis porque la gente ya no lee, y cuando es de tamaño folio ni lo miran, de todas formas intentaré seguir con el tema, a algunos ya le dió para una novela. Quería hacer un pequeño homenaje a nuestro gran maestro, por eso tomé sus mismos nombres.
    La foto es de tierras de Pacanda. Son encinas, muy raras en este clima lluvioso de Asturias, pero parece una selva.
    Besos
    Piedra

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  4. Sí, sí, tienes razón, cuentos largos no los leen, supongo que el tiempo, que hoy día nos sale a poco, no da tiempo a más, corriendo para todo, a veces me pasa que estoy leyendo algo y no entiendo lo que leo porque no pongo atención, y debo volver a releer, hasta dos y tres veces, me pasa con cualquier novela o libro que esté leyendo, porque tiene uno la mente en otro sitio. Qué tiempos aquellos en que teníamos tiempo para hablar con la gente del pueblo, charlar, leer, etc, con ese lapso meloso de las tardes de verano, en que parecía que teníamos todo el tiempo del mundo para recrearnos en las cosas más simples. :-/ Me fijé en los nombres, sí. :)

    Ya te digo, preciosa fotografía, me gustó mucho.

    Muchos, pero muchos abrazos, amigo

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  5. Que lindo texto Miguel, no hay nada mas bello que lo que nunca he tenido....es lo que le pasó a Florentino. La foto hermosa como siempre. También tengo cuentos largos y por el motivo que dices no los subí. Intenté acortarlos pero pierden mucho o tal vez es porque no se resumir.
    Besos y abrazos

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