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Salud y fuerza

lunes, 29 de agosto de 2011

Alicia en el país de los retazos







En un tiempo muy lejano ella guardó retazos, había azules, rosas, fucsia, amarillos, verdes, con flores, con lunares, con cuadros, había mujeres, hombres, casas, árboles, niños, muñecas, manzanas. Por las tardes se sentaba al sol en el patio de su casa, se levantaba la falda para que las piernas se le pusieran morenas y empezaba a unir los retazos.

Había días en que cosía con furia, con afán por terminar, otros en cambio los hacía lentamente pero de manera inconsciente, la aguja entraba y salía de la tela como si tuviera vida propia, había también ocasiones en que lo hacía con sumo cuidado, atendiendo a cada detalle y otros en que lo único importante era terminar cuanto antes.

Llegó por fin el día en que pudo extender sobre el césped la colcha de retazos y se sintió orgullosa. Había quedado perfecta. Se felicitaba a sí misma por no haber diseñado un plan, por haber obviado las normas y las reglas de la buena costura. El resultado final era sorprendente, esa era la magia de la improvisación.

Colocó su pie derecho sobre la manta, luego el izquierdo y mientras la recorría revivía los momentos en que sus manos trabajaron precisamente ese retazo. Luego se acostó a mirar las nubes, cada nube que aparecía en aquel profundo cielo azul representaba a una niña que había pasado su vida cosiendo en las tranquilas y perfumadas tardes del patio en la casa familiar.

Pero el cielo resulta ser un escenario demasiado grande para una mujer que cose una colcha de retazos y es imposible que no aparezcan otras imágenes, por ejemplo amigas que hicieron otras colchas de retazos con sus maridos, hijos, colegios, enfermedades y muertes, otras que cosieron profesiones, vidas independientes, triunfos, dinero, lujo, otras que…

Un pequeño callo en su dedo indice empezó a molestarle, inconscientemente lo rascó y lo rascó hasta que la sangre fue brotando lentamente, al principio cayó sobre sus pies, dibujó extraños óvalos alrededor de sus tobillos, resbaló por el empeine y empezó a borrar las manzanas del retazo de tela…

7 comentarios:

  1. Todos trenzamos de una manera u otra nuestro destino, con pequeñas puntadas, una fuerza mayor procura el diseño. Un abrazo.

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  2. Quäe poder evocador, Gladys, que maravilla... me encanta tu vision poetica del tiempo. A ver si regreso pronto.

    Un besote

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  3. Es una promesa Sisebuta. Aquí estamos y gracias por tu comentario.

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  4. Claro que si Pitufa, por ejemplo y coso a grandes y desiguales puntadas... jejeje nunca se me dieron bien las agujas, dedales y demás.

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  5. Una interesante metáfora de la vida. Aunque no entiendo muy bien qué secreta intención guarda este texto para la autora. Quizás piensa que está a punto de terminar la colcha. O tal vez quiere deshacerla y entrar en una academia de corte y confección y ser una modista de reconocida categoría profesional. Jejejejeje

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  6. De acuerdo Jimul, muy interesante metáfora. Gladys: exelente tu texto, me gustó muchísimo, no solo se fué la pereza, tus musas no pueden estar mejor!!
    Besotes.

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  7. Gracias Mabel y jimul.
    Eso de entrar a una academia de corte y confección no es lo mio, pero si tengo que aprender a coser en otras latitudes, jejeje

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