
No pudo ser fiel a su propia promesa, dejándose caer en la más profunda cólera de una mujer engañada por sus dos mejores amantes. Vibró de ira como pocas veces lo había hecho, remarcando bien sus arrugas, hasta descomponer su gesto. Manifestando que hasta las mujeres maduras guardan la coquetería impulsiva de una hembra deseada.
Todos guardamos dentro el orgullo de no vernos traicionados, aún de los encuentros más casuales.
ResponderEliminarTraicionar a otro es traicionarse a uno mismo ¿qué mejor que hacer de la vida la mejor obra de arte?
ResponderEliminar;-)