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Salud y fuerza

sábado, 20 de febrero de 2010

…Y LLEGA UN VIENTO HELADO

Limpio el vaho del cristal y ahí los veo. Uno frente a otro, mirándose a los ojos.
- ¡juego servido!

Callan las voces, los ojos se afanan en ocultar lo que llevan dentro de sus almas.

- ¡Juega tu!

Los dedos ágiles colocan las cartas sobre la mesa.

Pierdes.

Continuas en el juego.

Colocas los pies sobre la mesa.

Repartes cartas.

Tomas las tuyas.

Y la sombra de un látigo atraviesa tus ojos, te llega al corazón, te roba los dedos de los pies. Presientes que tendrás que despojarte de los tobillos, la pierna, la rodilla...

Tu cerebro busca ayuda, repasas teorías aprendidas, recuerdas los trucos de los amigos, los consejos de los grandes tahures, incluso las "mañas" de la abuela.
Nada funciona. Ahora eres un hombre que termina en dos muñones jamoneros.

Sobre la mesa está tu carne, tus vísceras, tus bolsas de líquidos, tus venas, tus pulmones... todo eso que alguna vez fuiste.
Bastaría con recogerlo, ordenarlo... 


...Y llega un viento helado.

2 comentarios:

  1. ¡¡¡Impresionante!!!

    Ufff
    Tan sencillo debe ser y tan rápido y tan imprevisible (incluso aunque sepas que está tras tus pies toda la vida).
    Qué bien cuentas, amiga. Hay momentos que uno cree estar en el supermercado, tras el mostrador de la carne y otros, en un lugar sutil de vahos y espíritus delicados.

    Gladys, asombrada me dejas en esta lluviosa mañana dominical.
    Este mini merece ser subrayado.

    Gracias y besísimos

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  2. Vaya, tendrías que venirte a las Palmas que hace una maravillosa mañana, luminosa, cálida y silenciosa.
    Anda, vente que estoy tomando café y ahora mismo pongo una taza para ti.

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