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Salud y fuerza

domingo, 10 de mayo de 2009

¡Claro que sí!

Él venía de terminar una larga y tediosa relación.
Ella llegó a su vida de manera accidental. Juntos jugaron bien al amor. Él vivía en una casa enorme, tanto que en algunos cuartos el polvo era el único habitante.
Él, era lo que podía llamarse un genio, ella también, pero nadie, ni ella misma se atrevía a decirlo en voz alta.
Cuando Estaban juntos la electricidad explotaba, pero cuando se separaban el polvo de humanidad cubría sus cabezas.
Un día ella se marchó y al regresar, horas más tarde, vio la cabeza de él sobre las rodillas de su antigua amante.
Supo que aunque la electricidad los juntase, en el momento en que necesariamente se separaran, esa cabeza masculina descansaría de nuevo en las rodillas maternales.
¡Huyó por supuesto!

5 comentarios:

  1. He ahí el misterio de la condición humana: el amor. Nunca sabremos qué es el amor visto desde el otro género ni visto desde la otra perspectiva, sea ésta cual sea. Ni siquiera nosotros mismos podemos afirmar qué es para cada uno de nosotros. Lo perseguimos, lo alcanzamos (algunos en cotas inimaginables) y lo dejamos perder como si habláramos de objetos...
    He ahí el misterio.

    Gladys, chapeâu

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  2. Muy buen texto, abierto a distintas interpretaciones y por ello muy intrigante. Pero en cualquier caso, muy difícil lidiar con semejante rival.

    Saludos
    Narci

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  3. Desde los primeros párrafos sabía que era tuyo. Una dicha tener un estilo propio. Enhorabuena.
    Expresiones
    Piedra.

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  4. Que la relación fuera larga seguramente pudo más que el tedio. El tiempo puede formar vínculos patológicos a veces.
    Como siempre, un placer disfrutar de tu estilo, como dice Piedra. Tu narrativa me atrapa.

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  5. Ay el amor... que fuente inagotable, invicta ante el tiempo, la razón, el odio y hasta triunfante sobre nosotros mismos.
    Gracias por los comentarios amigos mios. Me alegra que les haya gustado.

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