Quien quiera participar activamente y subir textos o abrir foros de debate, no tiene más que escribir un comentario en el foro con su correo electrónico y se le darán privilegios para postear.
Salud y fuerza

lunes, 18 de mayo de 2009

Luz del norte




Esta lenta luz del norte, entreverado el sol por las nubes, que refleja suave el gris-verde de la roca en la montaña. Este atardecer en el llano, al pie de la peña, rodeado de prados verdes y manzanos. Unos blancos, luminosos por la flor y otros, ya cargados de promesas de frutos. Un juego de verdes, cambiantes en cada planta, a cada luz.
El aire queda en calma, no mueve ni las nubes de la piedra, como si estuviesen atrapadas por la querencia de la altura.
En el horizonte, la tarde se extiende poco a poco, tan suave, que la luz parece detenida entre el verde de la hierba y ese espacio de cielo sin nubes. Sobre las encinas el contraste de luz es mayor, a lo lejos se ven casi negras y sus perfiles recortan el azul claro del trozo de cielo despejado.
Esta luz de la tarde, que cada día es diferente. Unas veces se ilumina el cielo de levante, como si el sol fuese a nacer momentos antes de morir. Una luz extraña por imprevista, una luz rojiza al Este, un atardecer como si fuese un amanecer; es otro sol que quisiera quedar aquí entre nosotros. Otras veces, no hay duda, el sol se pone, en un cielo azul claro con tintes rojos, por la mar de poniente; se retira sin batalla, es sólo una despedida a calentar otros prados, allá en las Américas.
Este sonoro eco de las esquilas en la peña, a veces un repique de ovejas, otras la melodía de los cencerros de las vacas y desde hace un tiempo el alegre canto del trote de los caballos.
Quisiera poder retratar los cambios del verde, en esta tarde tranquila, después del orballo de la mañana. El amarillo claro del prado recién segado, refleja una luz distinta al verde de la hierba más alta; los fresnos se distinguen de los nogales con un tinte marrón en sus hojas tiernas, el verde de los manzanos nada tiene que ver con el color oscuro de las encinas y esta luz tamizada, es distinta a la del medio día, cuando el sol calentaba.
Estas tardes embriagadoras de verde, en espera de un culín de sidra compartido con los amigos, son tardes de antiguo soñadas, sueños de otras tierras en el sur, hoy cumplidos en este norte del alma.

Fotografía de Llambres desde la escuela de Piedra (Llanes), Miguel Bueno

7 comentarios:

  1. ¡Qué bonitas son las recompensas, Miguel!
    Tras pasar un tiempo sembrando, llega el momento oportuno de recoger ¡y qué buenas están esas habas!

    Me alegro por tu cosecha. Tener el don del disfrute pleno no es un bien común.

    Besos desde el este

    ResponderEliminar
  2. Me parece interesante este espacio. Muy interesate.
    Saludos desde El Salvador

    ResponderEliminar
  3. Ahhh, se me olvidaba.
    visiten www.blogotepeque.com
    De ahí vengo.
    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  4. Qué hermoso, Piedra.
    Describes tan bien en tus relatos, que dan ganas de estar ahí y mirar esos verdes cambiantes y tomar un culín de sidra con vosotros.
    Preciosas imagenes.
    ¿No me dirán que la naturaleza no es lo más grandioso que existe?
    Me encanta.
    mil besos.

    ResponderEliminar
  5. hoy, que tanta falta me hacía, he hallado la paz, la calma que ansiaba, en tus palabras. Me has transportado a un lugar donde sólo la armonía existe. Gracias. Besos

    ResponderEliminar
  6. No me canso de leer tus textos, Piedra, me transportan a un mundo de armonía que me es tan lejano. Me gustaría poder levantar vuelo y planear sobre esas montañas que retratas. También aquí te dejo dicho que deberías publicar tus textos ilustrados con tus fotos, sería de lujo.

    ResponderEliminar
  7. Gracias a todas por vuestro aliento, me animan a seguir con mis distraciones. Expresiones
    Piedra

    ResponderEliminar