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Salud y fuerza

sábado, 10 de octubre de 2009

Hace medio siglo


Tardes grises de otoño, patio de internado. Granada hace 50 años. Un niño mira tarde tras tarde pasar las bandadas de aves en perfecta formación, no conoce su destino, pero vuelan libres turnándose en el vértice de la “v” para romper la resistencia del aire.
El cielo casi siempre cubierto con nubes que amenazan agua y la silueta de los pájaros recortadas en la tenue luz del atardecer. Parece increíble, hace tanto tiempo, y la imagen perdura nítida en la retina, como si fuese ayer. Sería el contraste entre la sordidez del internado y la libertad de los pájaros lo que ha hecho guardar el recuerdo.
Ahora que rememoro, los que éramos inútiles para el fútbol nos refugiábamos al final del campo, en el talud de la acequia, para construir galerías y túneles donde quemar las hojas secas y hacer salir el humo por las chimeneas excavadas en la tierra. Pero seguro que cuando ya salía el humo nos dedicábamos a mirar el cielo, el recuerdo de las fogatas se difumina ante la imagen del paso de los pájaros volando muy bajo camino quizás de los chopos de la vega. Hace ya medio siglo.

1 comentario:

  1. Pero sin embargo algunos recuerdos (vete a saber por qué) quedan impresos con la nitidez del presente en la memoria. Y otros que aparentemente son más importante, prácticamente se borran... Esta mente humana es tan misteriosa que lo único que podemos hacer es intentar no comprender nada, solamente saborearlo.

    Un besito, Miguel, o muchos...

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