Despacio cae la tarde
en silencio,
como cartuja sin monjes,
tan muda.
Las sombras, veloces
caballos sin freno,
cubren el prado,
tan verde.
El último rayo de sol
acaricia los manzanos,
tan dulces.
La brisa detiene
el aire en calma,
tan suave.
El encinar se hace oscuro,
tan negro.
Muere el día
nace la noche,
tan callada.
Texto y fotografía de Piedra
miguelbueno.blogspot.com
Miguel, qué bien escribes... me da envidia leerte.
ResponderEliminarabrazos
Miguel, este poema me ha parecido un suspiro. Es un suspiro con la cadencia de la observación sencilla.
ResponderEliminarMe encanta.
Beso