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Salud y fuerza

sábado, 27 de noviembre de 2010

Beatriz Zuluaga, poeta colombiana




Había olvidado las cosas simples...

 


Había olvidado las cosas simples
como decir hola y sonreír
mirar a través de las vidrieras
y buscar golondrinas de verano,
tomar los parques de la mano
y vestirme de muselina blanca
así transparente como el aire.
Había olvidado el olor
de la mañana,
el chocolate y su espuma
del cielo de colores
y ese empezar el día
con alas y canciones.
Vuelvo a sentir la tentación
de mirar a los hombres
descubrir que tienen pasos largos
una barba con sueños,
que pueden inventarnos palabras
como arrullos
y ser una luz placentera entre los poros.
Vuelvo a encontrar esa dulce pereza
de entretener el ocio con gaviotas,
un castillo que trepe hasta mi alma
y ese violín detenido en una nota larga,
vibrante, elástica, como una piel enamorada.
Quiero el agua del grifo,
verla correr, dejar que dance su humedad en mis manos,
el olor del jabón y esa espuma que hace globitos
y me tienta a imaginar planetas transparentes
con hombrecitos pequeñas
de orejas largas y pupilas moradas.
La noche es una cama con almidón de sueños
y un amor vertical que me acompaña.

4 comentarios:

  1. Me gustan las cosas simples, y me arrepiento cuando las olvido sin embargo me queda el consuelo de que están allí, como esperando que el ser humano las redescubra.
    Felicitaciones a la autora.

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  2. Gladys, yo creo que todo aquel que cree y disfruta las cosas sencillas, es el que más cerca está de la utópica felicidad. La vida es tan breve como sencilla, lo demás, ganas de pervertirla.
    Bisicos

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  3. Indudablemente la sencillez es el estado ideal de la raza humana y por lo tanto muy difícil de conseguir. Así que tendamos a despojarnos de complicaciones innecesarias.

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  4. es verdad Enfero, y lo peor es que a veces es uno mismo quien se encarga de ello.

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