Esa noche su rostro se transformó, esos ojos que tantas veces había besado, esa boca que tantas veces mordió, esas manos mágicas que encontraban el trozo de piel perfecto… esa noche alguien se instaló en el cuerpo amado y destruyó su mundo.
El suéter se le enreda entre los brazos, la cabeza no cabe por el orificio, se agacha, se retuerce, trata de apretar los pechos pero el suéter no obedece. Los ojos se le deshacen en lágrimas y después de varios intentos logra ponérselo, pero al revés.
No importa - se dice - coge su maleta y se va.
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Salud y fuerza
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Valiente, no pierde la esperanza y se marcha a buscar otra oportunidad.
ResponderEliminarExpresiones
Piedra
Gladys, te ha salido un poema en forma de micro jeje.
ResponderEliminarEres genial con este estilo, amiga.
Un besote admirador
Gracias de corazón.
ResponderEliminarComplicado es a veces tener que decir adiós. Requiere un gran esfuerzo y coraje, y puede ser tan difícil como ese suéter que no se deja poner.
ResponderEliminarReconozco que me ayudé con los comentarios para darle la interpretación, pero lo logré! :) ¿verdad? ¿o ya dije un montón de tonterías? :S
Hola Mercedes, que bueno que aparezcas por aquí. Un abrazote.
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